Amelia (2009)

“Amelia” es un hito en el cine biográfico, no por ser una recreación exhaustiva de la vida de la aviadora, sino por la forma en que aborda el misterio que rodea su desaparición y, más importante aún, por la exploración de la compleja y a menudo conflictiva relación entre Amelia Earhart y el escritor Gore Vidal (interpretado magistralmente por Paul Giamatti). La película, dirigida por Joe Wright, no se centra en las hazañas aéreas de Earhart –aunque las hay–, sino en el intenso y complicado romance que floreció entre ambas personas a casi medio siglo de distancia, un relato que desafía las convenciones del género biográfico tradicional. Se trata de una película que se asoma a la fragilidad humana, a la búsqueda de la verdad y, en última instancia, a la necesidad de construir nuestra propia narrativa, incluso frente a la imposibilidad de conocer la verdad absoluta.

La dirección de Joe Wright es, en general, elegante y precisa. Evita caer en la sentimentalidad excesiva, manteniendo un tono de moderación que se adapta perfectamente a la naturaleza introspectiva del relato. La película se construye alrededor de los encuentros entre Amelia, interpretada con una mezcla de audacia y vulnerabilidad por Amelia Earhart, y Gore Vidal en los años 60 y 70. Estos encuentros no son meros flashbacks, sino momentos de diálogo cruciales donde ambos se confrontan con sus propias vidas, sus traumas y sus obsesiones. Wright consigue crear una atmósfera palpable de tensión emocional, donde cada palabra, cada mirada, tiene peso. La cinematografía, a menudo con toques de neblina y ambientes sombríos, refuerza la sensación de incertidumbre y la atmósfera melancólica que impregna la película.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Paul Giamatti ofrece una interpretación sorprendente y conmovedora como Gore Vidal. Logra transmitir la complejidad de un hombre brillante, atormentado por sus propios demonios y obsesionado con la figura de Amelia. Pero Amelia Earhart, interpretada por Dakota Fanning, es la verdadera protagonista. Fanning, sorprendentemente madura y capaz, logra capturar la esencia de una mujer que personificaba la libertad y la aventura, pero que también era vulnerable y profundamente humana. Su interpretación es sutil pero contundente, y logra que el espectador se conecte emocionalmente con la figura de Amelia de una manera muy profunda.

El guion, adaptado de la novela homónima de Tracy Rousseau, es quizás el elemento más interesante y discutible de la película. Si bien la premisa de un romance improbable entre una aviadora desaparecida y un escritor de culto es intrigante, el guion a veces se vuelve excesivamente explicativo, intentando a veces demasiado aclarar la motivación y los sentimientos de los personajes. Sin embargo, la resolución del misterio de la desaparición de Amelia, aunque no sea reveladora en términos de ubicaciones exactas, ofrece una conclusión que es, en última instancia, lo más importante: que la búsqueda de la verdad es, a veces, más significativa que la propia verdad. La película, en lugar de ofrecer respuestas definitivas, pone en duda la veracidad de la memoria y la construcción de la narrativa personal.

Nota: 7/10