Amigos con dinero (2006)

“Amigos con dinero” (Friends with Money) no es una revolución cinematográfica, pero sí una observación aguda y, a su manera, mordaz sobre las hipérboles de la clase alta y las presiones que subyacen a las apariciones perfectas que proyectan en redes sociales. Dirigida por Olivia Newman, la película nos sumerge en las vidas de cuatro amigas que, a pesar de sus diferencias sociales y de sus aparentes éxitos, comparten un sentimiento común: la insatisfacción. Y lo hace con una naturalidad que, en lugar de buscar drama artificial, se centra en la psicología de sus personajes y en el complejo entrelazamiento de sus relaciones.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Reese Witherspoon, que interpreta a Jane, la diseñadora de moda que lucha con su propia identidad y con la posibilidad de que su matrimonio se debilite, ofrece una interpretación sutil y conmovedora. No se reduce a un cliché de la mujer divorciada; Witherspoon explora con delicadeza las dudas de Jane, su anhelo de conexión genuina y su miedo a la soledad. Julia Roberts, como Franny, la multimillonaria que se muestra pública y feliz, contrasta con su interior anhelo de autenticidad, aportando una profundidad a su personaje que va más allá de lo superficial. Las interpretaciones de Lauren Bacall y Kathryn Newton como Christine y Olivia, respectivamente, también son sólidas, capturando la fragilidad y la desesperación que acechan bajo la fachada de la vida aparentemente ideal.

El guion, aunque no presenta giros sorprendentes, se beneficia de un ritmo pausado que permite al espectador conectar emocionalmente con los personajes. Newman no se apura en mostrar la riqueza de las protagonistas, en su lugar, se centra en la construcción gradual de sus conflictos internos y en las consecuencias de sus elecciones. La película consigue transmitir la sensación de que la verdadera riqueza no reside en el dinero ni en las posesiones materiales, sino en la capacidad de construir relaciones significativas y de vivir una vida auténtica. Se siente, además, como una pequeña crítica social velada, cuestionando la obsesión por la apariencia y la presión de mantener una imagen idealizada en las redes sociales, un tema que sigue siendo tan relevante como hace unos años.

Sin embargo, la película podría haber profundizado aún más en algunos aspectos de la trama. La relación entre Christine y su marido, por ejemplo, se plantea, pero no se explora con la suficiente profundidad para generar un impacto emocional significativo. Asimismo, la trama con Olivia y su antiguo amor podría haberse desarrollado de forma más interesante. A pesar de estas pequeñas omisiones, “Amigos con dinero” es una película agradable, reflexiva y con un toque de humor agridulce, que invita a la reflexión sobre los valores y prioridades en la vida moderna. Es una película para disfrutar en compañía, con una conversación a buen compás de su ritmo pausado y evocador.

Nota: 7/10