“Ammonite” no es una película que te entregue placer inmediato; es una experiencia sensorial y emocional que se revela gradualmente, con una fuerza sutil pero persistente. James McAvoy y Saoirse Ronan protagonizan un romance improbable e inquietante ambientado en el Londres victoriano, un período marcado por la rigidez social y las convenciones de género. La película, dirigida por Charlotte Wells, no se contenta con explorar la conexión entre dos mujeres, sino que se sumerge en las tensiones psicológicas y emocionales que emergen de un encuentro forzado en un contexto de profunda desigualdad.
Ronan, como Mary Anning, brilla con una intensidad magnética. Su actuación es magistral: transmite con precisión el aislamiento, la astucia y la vulnerabilidad de una mujer que ha sido sistemáticamente pasada por alto por la sociedad. No busca la grandilocuencia, sino que se centra en los pequeños detalles, en las miradas, en los silencios, en la forma en que Mary observa y procesa el mundo que la rodea. McAvoy, por su parte, ofrece un retrato complejo y ambiguo de Charlotte, la mujer casada que representa una oportunidad para escapar de un matrimonio insatisfactorio y la rígida moralidad de su clase. Su interpretación evita caer en clichés y explora con matices el deseo de conexión, la ambigüedad moral y la búsqueda de identidad.
El guion, adaptado de la novela corta de Nathan Hill, se distingue por su atmósfera melancólica y su ritmo pausado. Wells evita las melodramas y se concentra en la construcción de la relación entre Mary y Charlotte a través de conversaciones, miradas y pequeños gestos. La dirección es delicada y precisa, creando una sensación de intimidad que envuelve al espectador. La fotografía, con predominio de tonos grises y azules, refuerza la atmósfera de soledad y melancolía. La película no se explica todo, dejando al espectador con preguntas y reflexiones sobre el amor, el deseo, la identidad y las barreras sociales.
No obstante, “Ammonite” no está exenta de críticas. Algunos podrían argumentar que la película se detiene demasiado en la creación de la atmósfera y sacrifica la profundidad del desarrollo de los personajes. La narrativa no siempre es lineal y, a veces, puede resultar confusa para aquellos que buscan una trama más directa. Sin embargo, la fuerza de la película reside en su capacidad para evocar emociones complejas y sutiles, y en su exploración de temas universales a través de una lente poco convencional. La película no pretende ofrecer respuestas fáciles; más bien, invita al espectador a contemplar la fragilidad de las relaciones humanas y la persistencia del deseo, incluso en los momentos más inesperados.
Nota: 7.5/10