“Amor en Hawái” no es, precisamente, una película que marque un antes y un después, pero tampoco intenta serlo. En un mercado saturado de comedias románticas, la película de Jake Kasdan se sitúa como una propuesta ligera y predecible, que se disfruta con cierto grado de indulgencia, principalmente por su estética y el encanto de su ubicación. La película, que se apoya fuertemente en el glamour tropical de Hawái, es una receta tradicional de romance con un toque de aventura, y aunque no aporta nada particularmente original, cumple su función de ofrecer un escape escapista y divertido, especialmente para aquellos que busquen una película sin pretensiones y fácilmente digestible.
La dirección de Kasdan es competente, especialmente en la creación de una atmósfera visualmente atractiva. Las escenas en las playas de Honolulu, con sus colores vibrantes y su exuberante vegetación, son simplemente espectaculares. El ritmo es constante, aunque a veces resulta un poco desigual, alternando momentos de comedia más elaborada con escenas más contemplativas que, aunque bien fotografiadas, no logran conectar emocionalmente. No obstante, la película se beneficia enormemente de una localización privilegiada, que actúa como un personaje más, influyendo en la narrativa y contribuyendo a la sensación general de felicidad y relajación que busca transmitir.
La actuación de Alex Pettyfer como Chad Gates es, en general, correcta, aunque a veces se le ve algo plano. Su personaje, un chico mimado y algo egoísta que busca la felicidad superficial, no es particularmente profundo ni original. Sin embargo, Pettyfer logra transmitir cierta vulnerabilidad que le permite conectar con el espectador. La química entre Pettyfer y Abigail Breslin, en el papel de una joven violinista con problemas de ansiedad, es el corazón de la película y funciona bastante bien. Breslin, a pesar de las limitaciones del personaje, ofrece una interpretación honesta y conmovedora, logrando infundir un cierto grado de realismo en la relación con Chad. La película aprovecha al máximo el talento de la actriz para desarrollar la escena del violín y el conflicto interno de su personaje.
En cuanto al guion, es donde “Amor en Hawái” debilita más. Las situaciones cómicas, aunque frecuentes, tienden a ser clichés y carecen de ingenio. El desarrollo de la trama principal es lineal y predecible, siguiendo un patrón clásico de “chico que encuentra la felicidad al final”. Aunque la película intenta abordar temas como la superación de la ansiedad y la búsqueda de la autenticidad, estos aspectos se tratan de forma superficial y sin profundizar en las complejidades de la vida real. El diálogo es, en general, sencillo y a veces inverosímil, lo que contribuye a la sensación de que estamos ante una comedia romántica convencional. Sin embargo, la película no se toma demasiado en serio, lo que permite que estas inconsistencias no sean demasiado problemáticas.
En definitiva, "Amor en Hawái" es una comedia romántica agradable y visualmente atractiva, pero que no ofrece nada de especial. Es un entretenimiento ligero y sin pretensiones, ideal para una noche de sofá y palomitas, pero que probablemente no deje una huella duradera en la memoria del espectador. La película se beneficia de un entorno paradisíaco, pero su guion y sus personajes carecen de la profundidad necesaria para elevarla por encima de la mediocridad.
Nota: 6/10
