Ámsterdam (2022)

“Ámsterdam” es mucho más que una simple película de espías; se trata de un melodrama político con un aura de misterio que logra mantener al espectador enganchado, aunque a veces, de forma un tanto forzada. La película, dirigida por Aaron Sorkin, se sumerge en la historia real de los “radicales rojos”, un grupo de activistas comunistas que desafiaban el sistema en los años 60 y 70, pero lo hace a través de una lente que mezcla elementos históricos con ficción, generando una experiencia cinematográfica particular y, en ocasiones, conflictiva.

Sorkin, conocido por su diálogo ágil y su estilo grandilocuente, demuestra su maestría en la construcción de escenas diápticas. El guion es, sin duda, el fuerte de la película. Las conversaciones son brillantes, intensas y llenas de intrigas políticas. Se siente la influencia de obras clásicas como “La Batalla de las Flores” y “El Resplandor”, aunque “Ámsterdam” logra establecer su propia identidad, con una trama que se complica paulatinamente. El ritmo, si bien acelerado, puede resultar un poco frenético en algunos momentos, priorizando la acción y la intriga por encima de la profundidad en el desarrollo de los personajes.

La dirección de Sorkin es elegante y visualmente atractiva. Utiliza colores vibrantes y una fotografía cuidada para recrear la atmósfera de la época, transportándonos a una Nueva York repleta de protestas, conspiraciones y personajes con motivaciones ambiguas. Sin embargo, la estética, aunque cuidada, a veces parece eclipsar a la historia que pretende contar. La banda sonora, de un estilo pop-noir, acentúa la tensión dramática, pero también puede resultar un poco predecible.

El reparto es, en general, sólido. Christian Bale ofrece una interpretación convincente como Harold Kreis, un ex-agente de la CIA que busca venganza. Margot Robbie brilla con fuerza en el papel de Dora Larson, una joven fotógrafa que se ve arrastrada a un peligroso juego de poder. Michael Fassbender, como siempre, aporta una presencia magnética a su personaje. La química entre los tres protagonistas es palpable, lo que contribuye a la credibilidad de la trama. A pesar del talento del elenco, algunos personajes secundarios carecen de profundidad y se sienten más como herramientas narrativas que como individuos completos.

A pesar de sus fallos – una trama que a veces se vuelve compleja en exceso y un ritmo algo irregular – “Ámsterdam” es una película estimulante que invita a la reflexión sobre la política, la libertad y la búsqueda de la justicia. La película no intenta simplificar la historia de los “radicales rojos”, sino que ofrece una interpretación personal y provocadora. Es un drama político con una fuerte carga romántica y un mensaje subyacente sobre la importancia de la resistencia contra la opresión. Se queda a medio camino entre el thriller político y la película de época, sin llegar a dominar completamente ninguno de los géneros.

Nota: 7/10