Ana y el rey (1999)

“Ana y el Rey” es una película que, a primera vista, podría caer en los clichés de la comedia de costumbres orientalista. Sin embargo, bajo la superficie de un melodrama opulentamente maquillado, se esconde una producción cinematográfica considerablemente sólida y, sorprendentemente, con un núcleo de profundidad emocional. La película, dirigida por Shekhar Kapur y con un guion de John Krzyzaniak, no solo ofrece una ventana a la Siamés del siglo XIX, sino que también explora temas como la adaptación cultural, el poder, la ambición y la búsqueda de la propia identidad.

La dirección de Kapur es meticulosa, creando un mundo visualmente impactante. La producción designa atención al detalle en cada plano, desde la arquitectura intrincada de los palacios siameses hasta la confección elaborada de los vestidos y el maquillaje. La cinematografía, a cargo de Mikaell Hanssen, es espectacular, utilizando colores vibrantes y una paleta rica que capturan la exuberancia de la cultura siamesa sin caer en un exotismo caricaturesco. Kapur demuestra una habilidad notable para equilibrar la grandiosidad de la historia con momentos íntimos y conmovedores, permitiendo que el espectador se conecte con las emociones de sus personajes.

Las actuaciones son, en su mayoría, excepcionales. Rachel Weisz, como Anna Leonowens, entrega una interpretación firme y compleja. Su Anna no es simplemente la institutriz europea resolviendo problemas educativos. Es una mujer con una independencia férrea, un espíritu crítico y una sed de conocimiento que, al principio, choca con la rígida estructura social y política de Siam. La interpretación de Eddie Redmayne como el Rey Mongkut es particularmente notable. Redmayne logra transmitir la evolución del monarca, desde un gobernante inicialmente reacio a las ideas occidentales hasta un líder sabio y reflexivo que valora la educación y el aprendizaje. La química entre Weisz y Redmayne es palpable y esencial para el éxito del filme. Los actores de reparto, que interpretan a los numerosos hijos del rey, también cumplen su cometido, aportando variedad y color a la trama.

El guion, aunque basado en hechos reales, no es perfecto. En ocasiones, la película se inclina por elementos melodramáticos que pueden resultar excesivos, pero, en general, mantiene un buen equilibrio entre la comedia, el drama y el romance. La película se permite dedicar tiempo suficiente a desarrollar la relación entre Anna y el rey, mostrándonos cómo, a través de la paciencia y la perseverancia de Anna, se logra un entendimiento mutuo que transforma la vida de ambos y, en cierta medida, la de Siam. La película evita simplificaciones excesivas en la representación de la cultura siamesa, mostrando tanto sus aspectos positivos como sus desafíos. No obstante, la película podría haber profundizado más en la situación política y social de Siam, explorando las tensiones entre los diferentes grupos sociales y la amenaza de la intervención occidental.

Nota: 7.5/10