Anastasia (1997)

“Anastasia” de Steven Spielberg es una película que, a pesar de su encanto visual innegable y su banda sonora evocadora, resulta ser una experiencia ligeramente decepcionante. La película, estrenada en 1997, se mueve con gran fluidez entre la aventura, el romance y el drama histórico, pero carece de la profundidad emocional que hubiera hecho que su relato sobre la supuesta princesa perdida fuera verdaderamente memorable. La historia, que juega con la leyenda y la especulación sobre la supervivencia de la familia Romanov, es intrínsecamente atractiva, proponiendo una narrativa alternativa donde Anastasia, interpretada con soltura por Iris Amiel en la versión para niños y, posteriormente, por Katie Holmes en la versión para adultos, no muere en el fuego del Palacio de Invierno, sino que se esconde y utiliza su identidad para evadir la revolución.

Spielberg, conocido por su maestría en la dirección de acción y efectos visuales, demuestra su dominio en la película. Las secuencias de persecución, especialmente las que involucran al "murciélago" Bartok, un personaje grotesco y amenazante, son visualmente impactantes y bien coreografiadas. Sin embargo, la dirección, a veces, parece demasiado centrada en la espectacularidad y en la creación de escenas grandilocuentes, sacrificando, a veces, la sutileza y el desarrollo de los personajes. La película, de hecho, se siente un poco sobrecargada por el deseo de impresionar con su escala y su ambición.

Las actuaciones, en general, son competentes. Natalie McShane como la anciana Anya Jurabina, la niñera que ha pasado años viviendo bajo falsas identidades, entrega una interpretación convincente, imbuida de un aire de melancolía y de un trasfondo trágico. Holmes, en su versión adulta, logra dar una interpretación más apasionada y rebelde a Anastasia, aunque su interpretación carece de la chispa que la hubiera convertido en un personaje verdaderamente inolvidable. El resto del elenco, incluyendo a Christopher Lloyd como el sabio y enigmático Príncipe Dimitri, contribuye a crear un ambiente creíble, aunque ninguno destaca particularmente.

El guion, co-escrito por Tom Shrakovsky y James Lapine, presenta algunos problemas de cohesión. La trama principal, la búsqueda de la identidad perdida de Anastasia, se diluye en un entramado de subtramas que a veces resultan desvinculadas y poco relevantes. El desarrollo de la relación entre Anastasia y Dimitri es a veces forzado y carente de la química necesaria para crear un romance convincente. Además, la presencia de Rasputín, interpretado de manera caricaturesca por Valeri Golovkin, parece más un elemento de relleno que una amenaza real. La película juega con la leyenda, pero no se aventura a explorar las complejidades morales y políticas del periodo revolucionario, ni el legado real de la familia Romanov. El final, aunque sentimental, resulta un tanto abrupto y carente de resolución.

En definitiva, “Anastasia” es una película entretenida y visualmente atractiva, pero que no alcanza el nivel de excelencia que prometía. Es una historia de aventuras con toques de romance y drama histórico, pero que carece de la profundidad y la originalidad necesarias para dejar una impresión duradera.

Nota: 6/10