“Anestesia” (Anesthesia), dirigida por Robert Byrn, no es una película que deja una impresión duradera, sino una que se aferra a la mente como un eco persistente. La historia, centrada en la inesperada interrupción de la vida del profesor de filosofía Walter Zarrow (Sam Waterston), se revela como un retrato inquietante de la fragilidad humana y la confrontación con la mortalidad, pero la película, si bien posee un sólido material, no siempre lo logra transmitir con la maestría que merece.
Sam Waterston ofrece una actuación magistral como Zarrow. Su interpretación es una delgada y sutil construcción de un hombre de rostro cansado, pero de espíritu inquebrantable. El profesor, reducido a un estado vulnerable tras un asalto, no se presenta como un héroe, sino como un individuo normal que se enfrenta a la inminente amenaza de la muerte. Waterston transmite con una profundidad emocional palpable, mostrando la mezcla de miedo, rabia y una inquietante aceptación de su propia mortalidad. La película se sostiene en gran medida en los momentos que dan pie a conversaciones profundas, filosóficas incluso, entre Zarrow y Sam (John Magnuson), el padre de mediana edad que se convierte en su cuidador. Estas conversaciones, que exploran temas de culpa, arrepentimiento y la búsqueda de significado en la vida, son el núcleo de la película y donde Waterston realmente brilla.
Sin embargo, la película no está exenta de deficiencias. El guion, aunque interesante, peca de lentitud y, en ocasiones, de una excesiva introspección. El ritmo es deliberadamente pausado, lo que puede resultar tedioso para algunos espectadores. A pesar de la atmósfera opresiva que se consigue con éxito, la historia se desarrolla de una manera que, a veces, se siente poco orgánica. El personaje de Sam, interpretado por Magnuson, es menos desarrollado que el de Zarrow y, por ende, su relación, aunque importante, no llega a explorar su complejidad de manera completa. La dirección de Byrn es competente, creando una atmósfera sombría y claustrofóbica que refleja el estado emocional de los personajes, pero carece de una visión particularmente original. La fotografía es limpia y austera, complementando la sensación de desolación y melancolía.
La película no pretende ofrecer respuestas fáciles ni soluciones elegantes. Más bien, se instala en un territorio de ambigüedad moral y desesperación existencial. “Anestesia” se aferra a la idea de que la vida, incluso en su más vulnerable forma, puede contener una extraña belleza y un cierto tipo de dignidad. Es una película que te obliga a reflexionar sobre tus propias prioridades y a cuestionar la manera en que vives la vida. No es un drama de acción, ni un melodrama sentimental, sino una meditación silenciosa sobre lo que significa enfrentar el final.
Nota: 6/10