“Angélique y el Rey” (1977) es, en esencia, un melodrama de época con toques de thriller político y un componente romántico que, a pesar de algunas deficiencias técnicas, logra cautivar gracias a una atmósfera envolvente y a la presencia carismática de su protagonista. La película, basada en la novela homónima de Villiers de L’Isle Adam, se centra en la audacia y la inteligencia de Angélique Dubois, interpretada magistralmente por su protagonista, Daria Masina. Masina no solo posee una belleza deslumbrante, sino que logra transmitir una fuerza interior inquebrantable, una determinación que la convierte en un personaje inolvidable. Su Angélique es una mujer desafiante y empoderada en un contexto social muy restrictivo para la época.
La dirección de Daniel Bertrand es discreta pero efectiva. Si bien la película no presume de grandilocuencia visual, logra recrear con éxito la opulencia de la corte francesa de Luis XIV. La ambientación, la vestimenta y los decorados son impecables, transportando al espectador a un universo donde el poder se manifiesta en la ostentación y la intriga. Sin embargo, la puesta en escena a veces resulta un poco fría, carente de la pasión y la teatralidad que la historia ameritaba. La dirección se centra más en la recreación histórica que en la narración emocional.
La trama, aunque sencilla en su premisa, se complica con la llegada del embajador persa, interpretado por el atractivo, aunque a veces poco convincente, Gérard Depardieu. La revelación de su verdadera naturaleza – un depredador sádico – introduce un elemento de tensión y peligro que da vida a la película. La relación entre Angélique y el príncipe húngaro, interpretado con una naturalidad admirable por Jean-Pierre Noiret, es uno de los puntos fuertes de la película. Su romance, a pesar del peligro que lo rodea, es romántico y convincente, ofreciendo un contrapunto interesante a la fría política de la corte. La tensión sexual entre los dos protagonistas, aunque no explícita, se siente palpable, generando una conexión genuina con el espectador.
El guion, adaptado de una novela de gran riqueza, carece a veces de profundidad. Se concentra en los acontecimientos externos, relegando al segundo plano las motivaciones y los conflictos internos de los personajes. A pesar de ello, las escenas de intriga y suspenso son efectivas, manteniendo el interés del espectador hasta el final. Sin embargo, la película podría haber explorado con mayor detalle las consecuencias de las acciones de Angélique y del príncipe húngaro, y el impacto que estas tuvieron en sus vidas y en la política de la corte. La rapidez con la que se desarrollan los acontecimientos a veces resulta forzada, lo que disminuye el impacto emocional de algunos momentos.
En definitiva, “Angélique y el Rey” es una película entretenida y visualmente atractiva, que ofrece una mirada a la corte de Luis XIV a través de la figura de una mujer excepcional. La interpretación de Daria Masina, la ambientación y la trama de intriga la convierten en una película recomendable para los amantes del cine de época.
Nota: 7/10