“Angry Birds 2: La película” no es una secuela que logre elevar la experiencia original, sino que, en cambio, se siente como una versión ampliada y, por desgracia, menos inspirada de lo que podría haber sido. La dirección de Michael Peña y David Stout es competente, manteniendo un ritmo visualmente atractivo, especialmente en las secuencias de acción donde se ve el despliegue de las habilidades de los pájaros. Sin embargo, la falta de una visión creativa que vaya más allá de lo superficial es palpable, y el resultado es una película que se siente predecible y carente de sorpresas.
Las actuaciones, en general, cumplen su cometido. Chris Pratt sigue siendo Red, el protagonista, y ofrece una interpretación que se mantiene fiel al personaje original: temperamental, impulsivo y con un profundo problema de control. Pero la película no le da la oportunidad de explorar la complejidad de su personalidad de una manera realmente profunda. El resto del reparto, con Jesse Eisenberg como Chuck y Julia Roberts como Boris, aporta un brillo adicional, aunque sus personajes son, en última instancia, planos y con un desarrollo escaso. Sin embargo, la verdadera decepción reside en la introducción de Boris, la abuela de Red, interpretada por Roberts. Su inclusión, supuestamente para aportar un elemento de drama familiar, termina siendo torpe y forzada, y acentúa la sensación de que la película está llenando huecos con elementos prefabricados.
El guion es donde la película realmente falla. La trama, centrada en la confrontación con Zeta, la villana emplumada, es simple y unidimensional. La amenaza de la isla helada es un recurso cliché y la motivación de Zeta, una búsqueda de venganza por la destrucción de su hogar, es poco más que un artificio para generar conflicto. No hay profundidad, ni ingenio, ni un mensaje significativo que trascienda la superficialidad del entretenimiento familiar. Las secuencias de acción, aunque visualmente llamativas, se repiten constantemente, generando una sensación de monotonía. La película intenta, en vano, introducir nuevos personajes y conceptos, como la "Armería", un almacén lleno de armas improvisadas que los pájaros deben usar para enfrentarse a Zeta. Sin embargo, estas adiciones no aportan valor narrativo y se sienten como un intento desesperado de mantener el interés del espectador.
En definitiva, “Angry Birds 2: La película” es un espectáculo visualmente atractivo pero, en última instancia, vacío. No logra capturar la chispa original que hizo que la primera película fuera tan popular. Es una película destinada a entretener a los niños por un par de horas, pero que no ofrece nada más para los adultos. Se sacrifica la narrativa y la profundidad en favor del bombardeo visual y de efectos especiales. No es mala, per se, pero tampoco es nada destacable. Es, simplemente, otra película de animación familiar que se olvida tan pronto como termina.
Nota: 5/10