Angry Birds: La película (2016)

“Angry Birds: La película” es, con toda probabilidad, el ejemplo más claro de cómo la adaptación cinematográfica de un videojuego puede ser, en su mayoría, un fracaso por aspirar a ser algo que nunca podrá ser: una experiencia genuina. La película, dirigida por Michael Radford, se presenta como un espectáculo de acción infantil, y en ese sentido cumple su cometido, pero carece de la profundidad y el ingenio que a veces se espera de un proyecto de esta magnitud. La premisa, la isla de Aviar, habitada por una comunidad de aves que han perdido la capacidad de volar, es una idea inherentemente divertida, pero el guion no se atreve a explorarla del todo. Se conforma con situaciones previsibles y con un desarrollo de personajes superficial.

El núcleo de la trama – la llegada de los cerdos verdes, interpretados con una caricatura bastante exagerada por Jason Sudeikis y Sean Nelson – genera la mayor parte de la acción. Estos cerdos, liderados por el carismático Floyd, tienen el ambicioso plan de robar todas las semillas de la isla, que sirven de alimento a las aves. La coreografía de las explosiones y los lanzamientos de las aves, inspirada directamente en el videojuego, es, de hecho, bastante efectiva y ofrece momentos de entretenimiento visual. Sin embargo, la película se centra excesivamente en la violencia, utilizando explosiones y destrozos para avanzar la trama a un ritmo acelerado que, en lugar de emocionar, termina siendo tedioso. La dirección no logra crear una atmósfera de suspense o peligro real, simplemente bombardeando al espectador con secuencias de acción sin un propósito narrativo más profundo.

Las actuaciones son competentes, aunque poco memorables. Chris Pratt, como Red, aporta un toque de humor y una vulnerabilidad que le otorgan una base para el personaje. Pero la excesiva dependencia de los efectos de sonido para comunicar sus emociones reduce su impacto. Woody Harrelson, en su breve pero impactante papel como el “Padre” (el líder de las aves), logra transmitir la sabiduría y la melancolía que se esperan de un personaje mentor, aunque su presencia se siente insuficiente para compensar la falta de desarrollo del resto de personajes. Las voces del elenco, en general, son sólidas, pero la escritura del guion no les proporciona suficientes oportunidades para profundizar en sus personajes.

A pesar de sus deficiencias, “Angry Birds: La película” ofrece un entretenimiento superficial, especialmente para el público infantil. La película no busca trascender su origen como adaptación de un videojuego, y si bien intenta incorporar elementos de aventura y humor, carece de la sustancia y la originalidad necesarias para destacar. La película es, en esencia, un triunfo de marketing que no logra convertir una idea simple en una experiencia cinematográfica verdaderamente satisfactoria. Es un espectáculo visualmente aceptable, pero emocional y narrativamente vacío. La banda sonora, aunque pegadiza, es un componente más de la promoción que de una verdadera contribución artística.

Nota: 4/10