Animales norteamericanos (2018)

“Animales Norteamericanos” (American Animals) no es un thriller convencional. No ofrece el ritmo frenético ni los giros argumentales explosivos que asociamos con el género. En cambio, nos entrega una reflexión sombría y perturbadora sobre la adolescencia, la búsqueda de identidad y la fragilidad de la percepción. La película, dirigida con una meticulosa atención al detalle por Bart Freundlich, se centra en Warren Buffett (Evan Peters) y Spencer Perkins (Robert Pattinson), dos estudiantes universitarios de Ohio que, tras un incidente traumático, deciden planear un robo a la Biblioteca Pública de Cincinnati. Pero la película va mucho más allá de la simple trama criminal; explora las razones subyacentes que los impulsan a tomar esa decisión radical y la forma en que la experiencia del robo transforma sus vidas.

La dirección de Freundlich se caracteriza por un tono inquietante y un uso efectivo del color y la luz, creando una atmósfera claustrofóbica que refleja el estado mental de los protagonistas. La película no rehuye la oscuridad psicológica; en lugar de glorificar el crimen, la presenta como un acto de desesperación y una forma de romper con una existencia que perciben como opresiva y vacía. La fotografía, con sus paletas de colores apagados y sombras profundas, refuerza la sensación de aislamiento y desorientación. Hay una notable ambigüedad moral presente en la película, lo que obliga al espectador a cuestionar constantemente quiénes son los verdaderos villanos: los jóvenes rebeldes, o la sociedad que los ha llevado a la desesperación.

Las actuaciones son soberbias. Evan Peters y Robert Pattinson ofrecen interpretaciones que se adentran en las complejidades de sus personajes, logrando transmitir la vulnerabilidad y la frustración de Warren y Spencer. Pattinson, en particular, destaca con una actuación sutil pero poderosa, mostrando la gradual transformación de Spencer de un joven aparentemente normal a un individuo consumido por la paranoia y la obsesión. El resto del elenco secundario, que incluye a Gabriel Byrne y Kristen Connolly, también entrega interpretaciones sólidas que contribuyen a la atmósfera opresiva y tensa de la película. No se trata de actuaciones grandilocuentes, sino de una representación honesta y creíble de la psique humana.

El guion, adaptado de un artículo de investigación de Art Silverstein, es probablemente el punto más fuerte de la película. No se basa en clichés ni en narraciones fáciles. El diálogo es natural y realista, aunque a veces, la lentitud del ritmo puede resultar un poco frustrante. La película explora temas como la identidad, la autenticidad, la búsqueda de significado y la influencia del entorno en la construcción de la propia imagen. Se presta especial atención a la relación entre los dos protagonistas, mostrando cómo sus vínculos se estrechan y se desestabilizan a medida que se sumergen en el plan del robo. La película plantea preguntas difíciles sobre la responsabilidad, el arrepentimiento y las consecuencias de las acciones. Aunque la trama central es previsible en algunos aspectos, la exploración de las motivaciones y las emociones de los personajes es lo que hace que "Animales Norteamericanos" sea una experiencia cinematográfica memorable. Se trata de una película que te obliga a reflexionar sobre la propia vida y las decisiones que tomamos.

Nota: 7/10