Anna Göldin, la última bruja (1991)

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En el corazón de Suiza, a finales del siglo XVIII, la vida de Anna Göldin, una joven de Sennwald, dio un giro dramático. Tras años trabajando como criada doméstica para el Dr. Johann Jakob Tschudi en Glarus, acusaciones de brujería y envenenamiento, aparentemente facilitadas por fuerzas sobrenaturales, la llevaron al centro de la controversia.

La interpretación del Dr. Tschudi, que denunció a Anna por presuntamente colocar agujas en el pan y la leche de su hija, sembró el pánico en la comunidad. La Guardia Cantonal ofreció una recompensa por su captura, publicándola en el Zürcher Zeitung, lo que impulsó la búsqueda de la joven.

Después de ser sometida a la tortura, Anna, interpretada por Cornelia Kempers, confesó haber hecho un pacto con el Diablo, manifestado en forma de un perro negro. A pesar de retractarse de su confesión después de la tortura, fue juzgada y sentenciada a muerte por decapitación el 18 de junio de 1782. Aunque los cargos eran oficialmente de "envenenamiento" en lugar de brujería, la sentencia refleja las creencias y prácticas legales de la época. La película, protagonizada por Rüdiger Vogler, Ursula Andermatt y Dominique Horwitz, explora la historia de una mujer acusada de magia y la oscura realidad de la superstición y la justicia en el remoto cantón de Glarus.