Anomalisa (2015)

“Anomalisa” no es una película para ser vista casualmente. Es una experiencia cinematográfica que se instala en la mente y que persiste mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. Charlie Kaufman, a través de esta historia profundamente perturbadora, nos ofrece una mirada sombría y realista a la soledad existencial que a menudo evitamos disfrazándola con las convenciones de la felicidad y las relaciones interpersonales.

La película sigue a Yeob (Zach Galifianakis), un motivador de ventas que viaja constantemente a Dayton, Ohio, en una misión perpetua de "conectar" con personas y mejorar sus vidas. Sin embargo, con cada reunión, cada intento de ser útil, la vida de Yeob se vuelve más gris, más repetitiva y más asfixiante. Kaufman construye magistralmente esta sensación de vacío existencial, no mediante diálogos grandilocuentes, sino a través de una atmósfera onírica, ralentizada y saturada de detalles aparentemente insignificantes. La dirección de Kaufman es precisa y deliberada, utilizando un movimiento de cámara estático y un enfoque casi documental que enfatiza la sensación de aislamiento del protagonista. El uso del color es particularmente efectivo; la paleta de colores apagados y la iluminación difusa reflejan la descoloración emocional de Yeob.

Zach Galifianakis ofrece una actuación soberbia en el papel de Yeob. Evita la comedia slapstick que podríamos esperar de un personaje de su tipo. En cambio, aporta una vulnerabilidad inquietante y un silencio cargado a la interpretación, transmitiendo la profunda alienación y la búsqueda desesperada de conexión de Yeob. La química entre Galifianakis y Diane Kruger, que interpreta a Gertie, la mujer que despierta en Yeob, es genuina y compleja. Kruger, en un papel relativamente pequeño pero fundamental, aporta un contrapunto de vitalidad y autenticidad a la existencia monótona de Yeob, y la interacción entre ambos personajes es el núcleo emocional de la película. El contraste entre su vida y la de Yeob es lo que permite a la película explorar la búsqueda de la individualidad.

El guion, a cargo de Kaufman y Jake Rabinowitz, es excepcionalmente inteligente y subversivo. La película no ofrece respuestas fáciles ni moralejas predefinidas. En lugar de eso, plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza de la felicidad, la autenticidad, y la posibilidad de una conexión genuina. La película no rehuye los aspectos más perturbadores de la existencia humana: la pérdida, la soledad, la trivialidad de la vida cotidiana. Y, curiosamente, es precisamente esa honestidad brutal lo que la hace tan conmovedora. La estructura narrativa no lineal, con sus saltos temporales, refuerza la sensación de que la vida de Yeob es un sueño fragmentado, una búsqueda incesante de algo que quizás nunca encuentre. Kaufman no se limita a presentar un personaje triste; él lo construye a través de la exploración de las limitaciones de la percepción y la dificultad de romper con el ciclo de la auto-identificación.

Nota: 8.5/10