Antes que el diablo sepa que has muerto (2007)

“Antes que el diablo sepa que has muerto” (Before the Devil Knows You're Dead), de Ti West, no es una película que te deje con una adrenalina vertiginosa o con un final explosivo. Es una película lenta, introspectiva y, sobre todo, perturbadora en su silenciosa desintegración moral. West construye una atmósfera opresiva desde sus primeros fotogramas, jugando con la idea de un deseo desesperado y su corrupción insidiosa. La película no se basa en el terror tradicional, sino en la inquietud que surge de la fragilidad de la psique humana y la facilidad con la que se pueden llevarse las virtudes por el camino del dinero.

La dirección de West es precisa y controlada, como si estuviera esculpiendo la historia con paciencia. Evita los clichés del thriller y se centra en la psicología de los personajes. El uso de la cámara es deliberado, a menudo en primeros planos que enfatizan el nerviosismo y el creciente deterioro de los protagonistas. La iluminación, con sus sombras densas y tonos apagados, contribuye a la sensación general de fatalidad. Es una película visualmente impactante, aunque no de una forma grandilocuente. La puesta en escena es realista y cruda, reflejando la vida en las zonas rurales de Nueva York, donde los problemas no son sólo económicos sino también morales.

Las actuaciones son excepcionales. Philip Seymour Hoffman, en su última interpretación cinematográfica, ofrece una actuación magistral como Andy, un hombre consumido por la adicción y la ambición desmedida. Su mirada vacía y su voz rasposa transmiten una profunda desesperación, mientras que Ethan Hawke, como Hank, personifica la fragilidad de un hombre atrapado entre sus responsabilidades y sus deseos. Ambos actores logran que la audiencia se identifique con sus personajes, incluso cuando sus acciones son moralmente cuestionables. La química entre Hoffman y Hawke es palpable, enriqueciendo la complejidad de la relación entre los hermanos y los conflictos que surge entre ellos.

El guion, coescrito por West y Julia Hough, es el corazón de la película. La historia no es particularmente original en su premisa – un atraco a una joyería – pero es la forma en que se desarrolla y la exploración de las motivaciones de los personajes lo que la eleva. La película se enfrenta a temas como el deseo de riqueza, la influencia de la adicción y el impacto del pasado en el presente. El ritmo pausado permite que las tensiones se acumulen gradualmente, culminando en una secuencia final que, aunque inesperada, se siente orgánica y, francamente, angustiante. El diálogo es natural y lleno de matices, reflejando las dinámicas familiares y los secretos que se esconden tras las apariencias.

La película no busca ofrecer soluciones ni finales felices. Es una advertencia sobre los peligros de la ambición descontrolada y las consecuencias de nuestras elecciones. Al final, "Antes que el diablo sepa que has muerto" se queda contigo, te hace reflexionar sobre la naturaleza humana y la inevitabilidad del destino.

Nota: 8/10