“Antes y después” no es una película que te llama la atención con efectos especiales o un ritmo vertiginoso. Es, en cambio, una obra maestra del suspense psicológico y la intimidad, que se instala bajo tu piel y te permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan rodado. Adaptación de la novela homónima de Rosellen Brown, la película, dirigida por Clément Lengrand, se centra en la desgarradora búsqueda de la verdad tras el brutal asesinato de una joven y la lucha desesperada de los padres del novio por limpiar su nombre. La película, lejos de ser un thriller convencional, se construye sobre la base de la desconfianza, la incertidumbre y la profunda tristeza que emana de cada diálogo.
La dirección de Lengrand es excepcionalmente cuidada. Observa cómo la cámara se adentra en las profundidades de la angustia familiar, sin recurrir a clichés dramáticos. Se permite espacios de silencio, de observación, de lentitud, que contribuyen a crear una atmósfera opresiva y creíble. La iluminación, natural y sutil, acentúa la belleza melancólica de los escenarios y el dramatismo de las situaciones. La película, en su esencia, no es sobre la violencia sino sobre las consecuencias devastadoras de la sospecha y el dolor de no poder comprender por qué alguien que amabas tan profundamente te hace daño. La banda sonora, casi imperceptible, refuerza este efecto, no intrusiva pero efectiva en el desarrollo de la tensión.
Las actuaciones son, sin duda, uno de los pilares fundamentales del éxito de la película. Thekla Reuteneker, como madre, ofrece una interpretación visceral y conmovedora. Su personaje, lleno de amor y desesperación, es un retrato realista y conmovedor de la angustia materna. Daniel Brühl, como el padre, transmite la impotencia y la frustración de un hombre que lucha por demostrar la inocencia de su hijo, pero que, al mismo tiempo, es consciente de la sombra de duda que se cierne sobre ellos. La química entre ambos es palpable, intensificando la carga emocional de la historia. No son actores que se interpretan a sí mismos; encarnan la angustia y la incertidumbre de padres que se enfrentan a un horror inimaginable. Las interpretaciones secundarias, especialmente la de la hija de la pareja, también son sólidas, aportando matices y realismo a la trama.
El guion, adaptado con fidelidad a la novela, es magistral en su sutileza. No ofrece respuestas fáciles ni simplistas. Se centra en la exploración de las relaciones familiares, la dinámica de poder, la influencia del pasado y la dificultad de reconstruir la confianza. La película, a pesar de su trama oscura, plantea preguntas fundamentales sobre la naturaleza humana, la moralidad y la responsabilidad. La construcción de la trama es paciente y gradual, construyendo la tensión a través de la acumulación de detalles y la insinuación. El ritmo pausado no es un defecto, sino una decisión estilística que sirve para profundizar en la psicología de los personajes y en la atmósfera opresiva de la historia. En definitiva, "Antes y después" es un drama intenso y reflexivo, que te dejará con una sensación de inquietud y una profunda reflexión sobre el poder del amor, la verdad y la memoria.
Nota: 8/10