Ant-Man y la Avispa (2018)

“Ant-Man y la Avispa” no es solo otra entrega en el MCU; es un ejercicio de balance perfecto, una película que se atreve a profundizar en la complejidad de sus personajes, a explorar temas familiares y, sorprendentemente, a ofrecer una acción visualmente estimulante y sorprendentemente innovadora. Dirigida por Peyton Reed, la película se aparta ligeramente del tono desenfadado que caracterizó a la primera “Ant-Man”, adoptando un tono más serio, casi melancólico, que resulta, en definitiva, más satisfactorio a medida que avanza la trama.

La película se centra en el viaje de Scott Lang, interpretado con una vulnerabilidad conmovedora por Paul Rudd. Lang ya no es simplemente un ladrón ingenioso; se ha convertido en un padre que lucha por mantener la conexión con su hija Cassie (Abigail Lawson), y esa lucha por la paternidad es el motor que impulsa sus decisiones, incluso cuando se ve arrastrado a una misión que amenaza su vida y la de los suyos. La evolución de Rudd como actor es notable; no solo entrega el humor característico, sino que también proyecta una genuina preocupación y desesperación que elevan la calidad emocional de la película. Evangeline Lilly como Hope van Dyne es igualmente convincente, aportando una fuerza y determinación que complementan a la perfección la fragilidad de Scott.

El guion, aunque no tan vertiginoso como algunas entregas del MCU, es sorprendentemente inteligente. La trama, centrada en la relación entre Scott y Hope, se complica con el descubrimiento de secretos del pasado de la familia Pym, lo que añade una capa de tensión y misterio a la historia. El ritmo, en lugar de apresurarse a la acción, se centra en el desarrollo de las relaciones entre los personajes y en la exploración de sus miedos y arrepentimientos. La incorporación de elementos del pasado de Hank Pym, revelados a través de flashbacks y visualizaciones, es particularmente efectiva, añadiendo profundidad a su personaje y explicando, en parte, sus motivaciones. El conflicto entre ambos, ya sea por diferencias de método o por el peso de sus errores pasados, genera momentos genuinamente tensos y atractivos.

La dirección de Reed logra un equilibrio entre la acción y la introspección. Las secuencias de acción, que involucran a Ant-Man y la Avispa combinando sus poderes, son visualmente impresionantes, especialmente aquellas que exploran las posibilidades del tamaño y la manipulación molecular. Sin embargo, no son el foco principal de la película. La película se distingue por sus efectos especiales que son sutiles, logrando un realismo que se aprecia a pesar de la naturaleza fantástica de la historia. La película juega con la escala, mostrando la maravilla y el peligro inherente a la capacidad de controlar el tamaño, lo que resulta en escenas memorables. La banda sonora, como suele ser habitual en el MCU, es excelente, complementando perfectamente la atmósfera de la película.

En definitiva, “Ant-Man y la Avispa” es una película que sobrepasa las expectativas. No es la más grandiosa del MCU, pero es, sin duda, una de las más gratificantes, ofreciendo una experiencia cinematográfica rica en emociones, acción inteligente y un enfoque en la importancia de la familia. Es una película que sabe conectar con el espectador a un nivel personal, mostrando que incluso los superhéroes tienen problemas y miedos con los que lidiar.

Nota: 8/10