Ant-Man y la Avispa: Quantumanía (2023)

“Ant-Man y la Avispa: Quantumanía” es, en esencia, una inmersión total en un universo de ciencia ficción delirante que, a pesar de su innegable diversión y un buen puñado de momentos emocionantes, no logra consolidarse como una de las obras más memorables de la saga de Marvel. El filme, dirigido por Peyton Reed, se aleja notablemente del tono ligero y cómico que caracterizaba las entregas anteriores, adentrándose en un territorio visualmente impactante y narrativamente complejo, aunque a veces a expensas de la cohesión general. La premisa – una exploración del Mundo Cuántico tras el accidente que involucró a Janet van Dyne – ofrece un lienzo ideal para la creatividad, y el equipo de producción ha logrado un diseño de producción asombroso: paisajes oníricos, criaturas bizarras y efectos visuales que son, en su mayoría, impecables. Sin embargo, es esa misma exuberancia visual la que, en ocasiones, se siente un tanto desbordante, perdiendo el equilibrio y dificultando la conexión emocional con los personajes.

Paul Rudd, como Scott Lang, es, una vez más, el corazón de la película. Su encanto natural y su capacidad para equilibrar el humor con la vulnerabilidad son fundamentales para el éxito del filme. Evangeline Lilly, por su parte, se sumerge en el papel de Hope van Dyne con una fuerza y determinación renovadas, y la relación entre Scott y Hope, que se construye a lo largo de la saga, se siente más sólida y genuina que nunca. La inclusión de los padres de Cassie también añade una capa de complejidad al arco narrativo, aunque el desarrollo de sus personajes se siente un poco apresurado, casi como si se les hubiera reservado tiempo de sobra para explorar sus motivaciones y miedos. Michael Peña, como Hank Pym, aporta la dosis justa de sabiduría y excentricidad, mientras que la joven Hannah Cuevas, interpretando a Cassie Lang, está sorprendentemente convincente, demostrando madurez y valentía en un entorno tan hostil. Las actuaciones generales son sólidas, pero es evidente que el guion se ha basado en la premisa visual más que en la profundización emocional de los personajes.

El guion, escrito por Neel Layman y Nia DaCosta, presenta un desafío particular. Si bien la trama principal es interesante y genera momentos de acción de alto voltaje – escenas de persecución y enfrentamientos en el Mundo Cuántico que son, sin duda, impresionantes – la historia se complica con demasiados detalles y subtramas que no se desarrollan adecuadamente. La constante introducción de nuevos personajes y conceptos, aunque añade riqueza al universo Marvel, también diluye la atención del espectador y dificulta la comprensión de la motivación de algunos de los villanos. El concepto del "cuántico" se introduce de forma algo abstracta, lo que puede resultar confuso para el público general. A pesar de ello, la película logra mantener un ritmo dinámico, evitando pausas demasiado largas y manteniendo la tensión a lo largo de sus más de dos horas y media de duración. La resolución del conflicto principal, aunque satisfactoria, carece de la resonancia emocional que podría haber elevado la experiencia. Se siente como un cierre rápido, sin darle el peso dramático que merecía la trama.

En definitiva, “Ant-Man y la Avispa: Quantumanía” es un espectáculo visualmente espectacular que ofrece momentos de diversión y aventura. Sin embargo, a pesar de sus fortalezas, el filme se siente un poco superficial en cuanto a su desarrollo narrativo y emocional. Es una película entretenida, pero que no alcanza a ser una verdadera joya dentro de la saga Marvel. Un espectáculo de efectos visuales y acción, pero con un corazón un poco desatendido.

Nota: 6/10