Apartamento cero (1989)

“Apartamento Cero” no es una película que te deja indiferente; te instala en un ambiente de tensión opresiva y ambigüedad que se cuela bajo la piel. Dirigida con maestría por Juan José Campanella, la película se mueve con una precisión inquietante dentro de la bulliciosa y aparentemente moderna Buenos Aires. Campanella, conocido por su trabajo en “El Secreto de sus Ojos,” construye una atmósfera densa y claustrofóbica, utilizando la ciudad como un personaje más, un reflejo de la desorientación y la desconfianza que impregnan la historia. La paleta de colores, predominantemente grises y azules, contribuye a este efecto, intensificando la sensación de melancolía y desasosiego.

El núcleo de la película reside en la relación entre Adrián LeDuc (Guillermo Francella) y Jack Carney (Ricardo Darín). Francella ofrece una interpretación magistral de un sociópata complejo y, a la vez, sorprendentemente humano. LeDuc es un hombre que se burla de las convenciones sociales y se somete a un régimen interno de orden y control. Darín, por su parte, aporta una calma y una aparente normalidad que contrastan brutalmente con la realidad latente en su personaje. La tensión entre ambos es palpable, alimentada por el deseo de LeDuc de ignorar las sospechas y por la intuición de Carney sobre la presencia de un asesino en serie. La química entre los dos actores es excepcional, llevándonos a cuestionar constantemente la veracidad de sus palabras y motivaciones.

El guion, adaptado de la novela de Hernán Charpentier, es notablemente sutil y cerebral. Se evita la melodramatización, optando por un enfoque narrativo que se basa en el diálogo y la observación. La película no explica demasiado; deja que la incertidumbre se filtre en la audiencia, permitiéndonos experimentar la confusión y la paranoia de los personajes. La trama, que gira en torno a un asesino en serie, no es el punto central; la verdadera profundidad reside en la exploración de la condición humana, la soledad y la dificultad para establecer conexiones reales. La forma en que se teje la red de sospechas es inteligente y efectiva, manteniendo al espectador enganchado hasta el final. Es importante destacar la habilidad del guion para presentar la locura no como una enfermedad, sino como un estado de ser, una forma de entender el mundo.

Sin embargo, la película no está exenta de algunos pequeños defectos. La trama, por su naturaleza, puede resultar un poco lenta para algunos espectadores, y la resolución, aunque satisfactoria, podría haber sido aún más impactante. No obstante, estos pequeños detalles no restan importancia a la fuerza y la originalidad de la película. “Apartamento Cero” es un thriller psicológico inteligente, bien actuado y visualmente impactante, que invita a la reflexión y al debate.

Nota: 8.5/10