Apártate, cariño (1963)

“Apártate, cariño” (Take My Wife) no es una revolución cinematográfica, ni mucho menos. Es, en esencia, una reconexión con un clásico, un homenaje que, aunque bien ejecutado, carece de la chispa original que hacía tan especial “Mi mujer favorita” (My Favorite Wife, 1940). James Garner, como Nicholas, encarna la melancolía y el pragmatismo de un hombre roto por la pérdida, y su interpretación es sólida, aunque quizás demasiado contenida. Su mirada, por momentos, sugiere un dolor palpable, pero el guion no le da la oportunidad de explorar en profundidad las capas de este trauma. Garner no es un actor que llame la atención por su dramatismo, sino que ofrece una actuación sutil y convincente, lo que en este contexto, funciona a la perfección.

La dirección de Arthur B. Marks es competente, con una atmósfera nostálgica que evoca el ambiente de los años 40 y 50. No obstante, el ritmo de la película es un poco lento y a veces se siente que se estira demasiado la premisa central. Hay momentos de humor, algunos bastante ingeniosos, que contrastan bien con la tristeza predominante, pero a menudo se sienten insertados de forma forzada, sin una conexión orgánica con la trama. El uso de la música, con melodías alegres y canciones populares de la época, contribuye a la sensación de nostalgia, pero a veces la sobrecarga un poco la experiencia visual.

Doris Day, en el papel de Helen, aporta una energía vibrante y una alegría contagiosa, que contrasta enormemente con la tristeza de Nicholas. Su Helen es una mujer decidida, que ha decidido continuar con su vida a pesar de la tragedia, y su entusiasmo por el viaje de novios es genuino. La química entre Garner y Day, aunque no siempre explosiva, es suficiente para mantener el interés del espectador, y sus interacciones, aunque a veces caricaturescas, son divertidas y conmovedoras. Sin embargo, el guion, adaptado de la historia original, no profundiza lo suficiente en la relación entre ambos personajes, relegando la trama a un simple esquema de “cómo se reencuentran y se reconcilian”.

La película se beneficia, considerablemente, de la inspiración del original. El remake no pretende ser una copia exacta, sino que se atreve a tomar ciertos elementos y transformarlos, introduciendo cambios en la trama y en los personajes. Esto, a pesar de las diferencias, evoca constantemente el espíritu de “Mi mujer favorita”, creando un interesante diálogo entre el pasado y el presente. Aun así, la original, con sus diálogos mordaces y su juego de ingenio, sigue siendo difícil de superar. El remake se contenta con emular el éxito del original, pero no logra alcanzar la misma profundidad emocional o el mismo encanto. El guion original de Dorothy Stickson y William Demond, adaptado aquí por John Gouldner, tiene un ritmo más rápido y un humor más fino que el remake.

Nota: 6/10