Aquel excitante curso (1982)

“Aquel excitante curso” (Say Anything) no es solo una película; es un viaje nostálgico a los años 80 y una reflexión, sorprendentemente aguda, sobre la adolescencia y la búsqueda de la identidad. Cameron Crowe, que la dirigió basándose en su propia experiencia universitaria, logra plasmar con notable autenticidad la sensación de inmersión en un mundo alienígena que es el instituto. La película, aunque puede parecer simple a primera vista, esconde una profundidad emocional que, a menudo, supera las expectativas.

Lloyd Dobbs, interpretado magistralmente por John Cusack, es un personaje imperfecto y, en cierto modo, poco heroico. No es un chico brillante ni especialmente atractivo, sino alguien que se siente perdido y busca un propósito en la vida. Cusack logra transmitir esa vulnerabilidad y esa búsqueda de sentido con una honestidad desarmante. La película no intenta idealizarlo; lo muestra como un adolescente normal, con sus inseguridades, sus frustraciones y su deseo de conectar con alguien. La química entre Cusack y Penelope Milford, quien da vida a Diane Chayefsky, es genuina y palpable. Sus interacciones, llenas de torpeza, humor y, eventualmente, de una profunda conexión, son el corazón de la película.

La dirección de Crowe es elegante y natural. Evita el melodrama y se concentra en los detalles cotidianos de la vida estudiantil. Se presta atención a la música de la época, que no es solo un acompañamiento, sino un elemento narrativo clave que transporta al espectador a ese contexto. La fotografía es cálida y evocadora, y la banda sonora, con canciones icónicas de la época, contribuye enormemente a la atmósfera de la película. Crowe no rehúye de los momentos de humor, que son abundantes, pero siempre se equilibran con la sensibilidad y la emoción de la historia. La película no busca ser un drama romántico grandilocuente, sino un retrato realista de las relaciones juveniles, con sus altibajos y sus desafíos.

El guion, coescrito por Cameron Crowe y Neal Gibby, se basa en la observación directa de Crowe de su propia experiencia en el universidad. Esto le permite crear un diálogo creíble y situaciones que resuenan con la audiencia. La película aborda temas relevantes como la presión social, la identidad, la comunicación y la importancia de la autenticidad. La novela que Lloyd escribe, y que es el motor de la trama, es una herramienta para explorar sus propios sentimientos y pensamientos. El desarrollo del personaje de Lloyd es muy bien manejado, y el final, aunque quizás un poco sentimental para algunos, es satisfactorio y emotivo. La película no ofrece soluciones fáciles, sino que nos recuerda que la vida es un proceso de aprendizaje constante y que, a veces, lo más importante es ser honesto con uno mismo y con los demás.

“Aquel excitante curso” es, en definitiva, una película que te llega al corazón. No es una obra maestra cinematográfica, pero es una película honesta, divertida y conmovedora, que celebra la belleza de la adolescencia y la importancia de conectar con el mundo que nos rodea. Es una película que, a pesar de haber pasado décadas desde su estreno, sigue siendo relevante y que nos recuerda que, a veces, lo más importante es simplemente ser nosotros mismos.

Nota: 8/10