“Aquí y ahora” es una película que, a primera vista, podría parecer una simple comedia adolescente, pero tras una visión más profunda, se revela un experimento social sutil y perturbador que permanece en la mente mucho tiempo después de que termina la proyección. Adaptada de la novela de Tim Tharp, la película explora la dinámica de poder y las consecuencias imprevistas de la manipulación, ofreciendo una reflexión sobre la naturaleza humana y la fragilidad de la identidad. La dirección de Jim Abrahams y Jon Abrahams es, en esencia, precisa, priorizando la construcción de la atmósfera por encima de los efectos especiales grandilocuentes, un elemento que, en este caso, resulta fundamental para la efectividad de la historia.
El núcleo de la película reside en la relación entre Sutter Keely (James LeGros), un joven de actitud despreocupada y con una necesidad imperiosa de llamar la atención, y Aimee Finicky (Lori Petty). Keely, convencido de su capacidad para “influir” en las personas, decide convertir a Aimee en su sujeto de un estudio social. El guion, aunque a veces se adentra en terrenos un tanto exagerados, consigue mantener la tensión dramática a lo largo de la película. La coreografía de la relación entre los dos personajes es magistral, observando cómo la autoestima de Aimee se desmorona progresivamente mientras su personalidad se ve irremediablemente alterada. No se trata de una comedia fácil, sino de una exploración de la vulnerabilidad y la influencia, tanto positiva como negativa.
Las actuaciones son, en general, sólidas. James LeGros ofrece una interpretación convincente de Sutter, logrando transmitir tanto su arrogancia como su creciente incomodidad. Lori Petty, por su parte, entrega una actuación notable como Aimee. La transformación de su personaje es gradual y palpable, y Petty consigue captar la angustia y la desesperación de Aimee de una manera muy efectiva. El resto del elenco secundario, aunque con roles más limitados, también cumple con creces. Se notan particularmente las interpretaciones de los padres de Aimee y de Sutter, quienes reflejan la incomprensión y la preocupación que acompañan a la situación.
Sin embargo, la película no está exenta de defectos. El ritmo, en ocasiones, puede sentirse algo pausado, y algunos diálogos, aunque relevantes para el desarrollo de la trama, podrían haber sido más concisos. Además, la resolución final, aunque interesante, podría haber sido más ambigua y provocadora. No obstante, estos pequeños defectos no impiden que “Aquí y ahora” sea una película reflexiva y perturbadora, que invita a la audiencia a cuestionarse los límites de la manipulación, la ética y el propio concepto de identidad. Es una experiencia cinematográfica que, más allá del entretenimiento superficial, propone un debate sobre la responsabilidad individual y el impacto de nuestras acciones. La película, en definitiva, se convierte en un espejo deformante de la sociedad y de las relaciones humanas.
Nota: 7/10