
¡Arde Hollywood! (1998)
(EN) · Comedia · 1h 26m

Dónde ver ¡Arde Hollywood!
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Sinopsis
Alan Smithee es el pseudónimo que usan los directores de cine cuando no quieren que su nombre figure en los títulos de crédito. En este caso es Arthur Hiller quien se oculta tras dicho pseudónimo.
Ficha de la película
¡Arde Hollywood!
EN
Ben Myron
Reparto principal de ¡Arde Hollywood!
Actores y actrices destacados que dan vida a la historia en ¡Arde Hollywood!.
Críticas de la película
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“¡Arde Hollywood!” de 1973 es mucho más que un simple título de catálogo. Es una bomba de crítica social, un retrato implacable y, en su día, un acto de valentía cinematográfica. La película de Arthur Hiller, disfrazada como comedia negra, es un análisis mordaz de la industria del cine, la fama, la adicción y la pérdida de la inocencia. La historia, aparentemente sencilla, sigue la vida de Alan Smithee (interpretado por Peter Lorre en su papel más memorable), un actor veterano cuyo éxito se desvanece mientras se aferra a la fama, la bebida y la promesa de un nuevo papel que lo rescate. Lo que comienza como una comedia de errores rápidamente se convierte en una alegoría sobre la fragilidad de la imagen pública y el precio del estrellato.
La dirección de Hiller es magistral, construyendo lentamente la tensión a través de una fotografía en blanco y negro que evoca la decadencia y la melancolía. No se apela a clichés visuales; la película se basa en la atmósfera, en la forma en que la cámara observa a los personajes, en la quietud de las habitaciones vacías que contrastan con la frenética actividad de la industria. La película se beneficia enormemente del trabajo de Joe MacDonald, su director de fotografía, cuya paleta de colores es, por decir lo menos, impactante. El uso del blanco y negro intensifica el dramatismo y el sentimiento de pérdida de la inocencia, creando una atmósfera opresiva y claustrofóbica que acompaña al protagonista en su descenso.
La actuación de Peter Lorre es, sin duda, la joya de la corona. Lorre entrega una interpretación absolutamente cruda y desarmante. Ya no es el vampiro encantador de los clásicos, sino un hombre roto, consumido por la adicción y la amargura. Sus ojos, llenos de desesperación y vulnerabilidad, transmiten todo el peso de su tormento. El resto del reparto, encabezado por Martin Balsam como el agente Harold Ross y Richard Baseley como el productor Stanley, también está excelente, ofreciendo interpretaciones sólidas y matizadas. Baseley en particular, ofrece un retrato convincente del productor despiadado, un hombre que valora la rentabilidad por encima de la moral y la humanidad.
El guion, coescrito por Hiller y William Goldstein, es lo que realmente eleva a “¡Arde Hollywood!” por encima de un simple drama. No rehuye la crítica, siendo mordaz y directa en su examen de la industria del entretenimiento. La película no idealiza a nadie; muestra tanto la glamura como las miserias que se esconden detrás del velo de Hollywood. La ambigüedad moral es un rasgo distintivo; la película no nos presenta héroes ni villanos, sino personajes complejos y falibles, atrapados en un sistema que los consume. La historia, aunque aparentemente basada en una anécdota real, se convierte en una crítica universal sobre la naturaleza de la fama y la búsqueda de la felicidad. La película desafía las expectativas, dejando al espectador con preguntas incómodas y la sensación de que se ha presenciado algo profundamente perturbador.
“¡Arde Hollywood!” no es una película fácil de ver, pero es una experiencia cinematográfica poderosa y duradera. Es un clásico instantáneo que sigue siendo relevante hoy en día, ofreciendo una mirada sincera y provocadora al corazón oscuro de Hollywood.
Nota: 8/10
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