Argel (1938)

“Argel” (1981) es una película del director George Kloss, una joya oculta del cine francés de principios de los ochenta, que se erige como un ejemplo fascinante de la 'policier' con un toque de lirismo y un aire de misterio que, a pesar de su modestia visual, cautiva profundamente. La película, ambientada en las laberínticas calles de la kashbah argelina, no es solo un relato de persecución y captura; es una exploración sutil del aislamiento, el deseo y la búsqueda de redención a través de una lente noir. La atmósfera, densa y húmeda, se logra con maestría a través de la fotografía de Jean Penossier, que con una paleta de colores apagados y una luz que filtra entre las sombras, recrea la opresiva realidad de la kashbah.

Jean Marais, en el papel de Pepe le Moko, ofrece una actuación magistral. Su interpretación es delicada, casi sutil, y en ella se aprecia una profunda humanidad tras el personaje del ladrón. Marais transmite con convicción la angustia y la soledad de un hombre atrapado en una situación imposible, buscando desesperadamente un escape, no solo de la persecución policial, sino también de su propia desdicha. La química entre Marais y la joven Darina Bietti, que interpreta a la bella y enigmática Zahra, es palpablemente real. Su relación, construida sobre la atracción y el secreto, añade una dimensión emocional a la trama que va más allá del género policíaco. Bietti ofrece una interpretación igualmente convincente, aportando una vulnerabilidad y una fuerza interior que contrastan con el encanto de Pepe.

El guion, adaptado de la novela de Georges Schehadé, es fundamental para el éxito de la película. La narrativa se desarrolla con una lentitud deliberada, permitiendo al espectador sumergirse en la atmósfera y en los personajes. La trama no se centra en la acción o en el suspense, sino en la construcción de la tensión psicológica y en el desarrollo de las relaciones entre los personajes. El guion se destaca por su riqueza en diálogos y por su habilidad para evocar la esencia de la kashbah, con sus costumbres, sus secretos y sus pasiones. No se recurre a clichés del género, sino que se apuesta por un enfoque realista y humanista que da a la historia una dimensión más profunda. Sin embargo, debo admitir que el ritmo pausado podría resultar un obstáculo para algunos espectadores, acostumbrados a la acción desenfrenada.

En definitiva, “Argel” es una película que trasciende el género policíaco. Es un retrato poético de la humanidad, un estudio psicológico de personajes complejos y una evocadora recreación de un microcosmos social. Una obra que, a pesar de su edad, conserva una frescura y una belleza innegables. La película invita a la reflexión sobre el destino, la moral y la búsqueda de la libertad. No es una película para todos, pero para aquellos que aprecien el cine reflexivo y el drama humano, “Argel” es una joya imprescindible.

Nota: 8/10