Arma letal 3 (1992)

“Arma Letal 3” (Lethal Weapon 3), estrenada en 1992, no es una obra maestra del cine de acción, ni siquiera un respiro refrescante dentro del subgénero. Sin embargo, la película, bajo la dirección competente de Richard Donner, se presenta como un retorno agradable y, en cierto modo, esperanzador a la fórmula que consagró a la dupla de Riggs y Murtaugh. Donner consigue mantener el equilibrio entre el humor mordaz y la violencia explícita, elementos que definieron el éxito original y que, a pesar de la evidente evolución de la industria, siguen siendo relevantes.

La trama, centrada en la recuperación de armas de la policía que terminan en manos de criminales, se siente un tanto predecible, pero la película se sirve de ello para crear situaciones de tensión genuinas. El argumento se beneficia de la química innegable entre Mel Gibson y Danny Glover, cuya relación, basada en el respeto mutuo y la eterna rivalidad, es el corazón y el alma de la película. La tensión entre ambos personajes, con sus constantes bromas y sus diferentes enfoques para resolver un caso, es el motor principal de la historia. La dinámica entre Riggs (Gibson) y Murtaugh (Glover) se mantiene vibrante y, a pesar de los años transcurridos, sigue siendo refrescante. Glover, en particular, ofrece una interpretación sutil pero efectiva, equilibrando la seriedad con la entrega cómica que caracteriza al personaje.

La dirección de Donner es sólida, aunque sin mayores pretensiones. Se centra en crear momentos de acción dinámicos y, a la vez, verosímiles. Las secuencias de persecución son competentes, utilizando el entorno urbano de Los Ángeles como un aliado natural. La película no intenta innovar en términos de estética o narrativa, sino que se aferra a lo que funcionó en las dos entregas anteriores: un ritmo trepidante, diálogos ingeniosos y una dosis saludable de humor negro. El trabajo de los efectos especiales, para su época, es aceptable, aunque hoy en día podría parecer un poco tosco. Sin embargo, la película se apoya más en la actuación y el desarrollo de los personajes que en la espectacularidad visual.

El guion, coescrito por Shane Black, que también volvió a escribir el guión de la tercera parte, está lleno de ingenio y referencias a la cultura popular de la época. Hay momentos de pura brillantez, diálogos agudos que se han grabado en la memoria colectiva. No obstante, la película también sufre de algunos clichés del género y algunas subtramas que no llegan a desarrollarse plenamente. La aparición del villano, interpretado por Tom Verlander, es algo abrupta y carente de profundidad. A pesar de ello, la película sabe generar momentos de suspense y de sorpresa. El tono general es optimista y esperanzador, un contraste agradable con la oscuridad que a menudo impregna el cine de acción moderno.

Nota: 7/10