Armageddon (1998)

“Armageddon” es una película que, en su momento, irrumpió en el cine con la fuerza de un meteorito. La producción de Michael Bay, estrenada en 2006, se presentó como un espectáculo visual deslumbrante y un thriller de acción con un alto presupuesto. Y, en ese sentido, cumplió con creces sus expectativas. Sin embargo, al revisarla con la perspectiva del tiempo y con la mirada de un crítico, se revela como una experiencia entretenida pero superficial, un bombardeo de efectos especiales que, paradójicamente, eclipsa la profundidad narrativa y las actuaciones.

La premisa, aunque un tanto improbable, ofrece un punto de partida interesante. La idea de convertir a los perforadores de petróleo en los héroes que salvarán la Tierra es, en principio, una premisa audaz y, a su vez, ingeniosa. El guion, bajo la dirección de Michael Bay y Jon Turteltaub, se centra casi por completo en la acción y la tensión, dejando poco espacio para la exploración de temas más complejos. Las conversaciones son escasas y, en general, se limitan a motivar al equipo y explicar los procedimientos de la misión. Esta falta de desarrollo de personajes es una de las principales debilidades de la película, haciendo que sea difícil conectar emocionalmente con ellos. Si bien Bruce Willis, Samuel L. Jackson y Ben Affleck ofrecen interpretaciones sólidas, se ven limitados por la escasa profundidad de los personajes que les han sido asignados.

Bay, como de costumbre, domina el apartado técnico. Los efectos especiales son, sin duda, impresionantes y, incluso hoy en día, se ven bien. Las secuencias de explosiones, los momentos de tensión en el espacio y la destrucción del asteroide son coreografiados con maestría. La banda sonora de Trevor Rabin contribuye a la atmósfera intensa y la sensación de peligro inminente. Sin embargo, la constante dependencia de los efectos especiales, que constituyen más del 50% del metraje, acaba por restar valor a la experiencia. Se percibe una saturación visual que, a largo plazo, se vuelve agotadora.

La dirección de Bay, aunque competente en la ejecución de las escenas de acción, carece de un estilo distintivo y de una visión particular. La película se siente como una serie de momentos impactantes, unidos por una trama previsible. El ritmo es frenético, con constantes saltos temporales que dificultan la inmersión del espectador. Se siente la presión de complacer al público con explosiones y acrobacias, más que de contar una historia coherente y significativa. Aunque la película ofrece momentos de emoción y suspense, su principal atractivo radica en su espectacularidad visual, algo que, para mí, no logra compensar su falta de sustancia.

Nota: 6/10