Arthur 2: On the Rocks (1988)

“Arthur 2: On the Rocks” no es una revolución, ni siquiera un regreso triunfal al estilo de la original. Es, en cambio, un ejercicio de nostalgia con sabor agridulce, una película que intenta replicar la magia de 1981 pero termina, en mi opinión, sonando a copia deslucida. Dirigida por Steven Spielberg, el filme se centra en el arlequín de la riqueza, Arthur Bach, interpretado por Russell Crowe, quien, a pesar de su carisma habitual, se ve atrapado en un melodrama familiar que, para ser honesto, carece de la chispa original. La película se centra en la amenaza del ex-esposo de Arthur, un hombre que, con la ayuda de su hija, busca despojarle de su fortuna, obligando a Arthur a reconsiderar su vida y su matrimonio.

Spielberg parece sentirse más cómodo con el humor de la primera entrega, lo que se traduce en momentos de comedia involuntaria que, aunque pueden resultar cómicos, a menudo se sienten fuera de lugar y desconectados del resto de la narrativa. La dirección, en general, es competente, pero carente de la audacia y la frescura que caracterizaron el trabajo de Donen. La fotografía de Janusz Kamiński es bella, con una paleta de colores vibrantes que emula la estética glamurosa de la época, pero no logra transmitir la verdadera atmósfera de la película. El diseño de producción es impecable, recreando con éxito el ambiente lujoso de la alta sociedad, pero el todo se siente un poco artificial, como una maqueta pulida que no respira vida.

La actuación de Russell Crowe es sólida, pero se ve limitado por el guion, que no le permite explorar la complejidad emocional del personaje. Jennifer Garner, como la esposa de Arthur, aporta un toque de ternura y autenticidad, pero su arco narrativo es demasiado plano. La presencia de Emma Thompson, como la madre de Arthur, es, como siempre, impactante. Thompson está en su elemento, interpretando un personaje frío, manipulador y profundamente resentido, y sus escenas con Crowe son los puntos más destacados de la película. Sin embargo, la trama en sí misma se siente predecible y llena de clichés del género, y los conflictos se resuelven de forma demasiado rápida y sencilla. La película se basa en la resolución de un drama familiar, pero no logra construir un vínculo emocional real entre los personajes. En esencia, la historia se siente más como una serie de situaciones cómicas y dramáticas en lugar de una exploración sincera de las relaciones humanas.

En resumen, “Arthur 2: On the Rocks” es una película entretenida, pero superficial. No alcanza el nivel de la original y se siente como un intento bienintencionado, pero fallido, de revivir una época dorada del cine. Se beneficia de la química entre Crowe y Thompson, pero el resto de la película es un decepcionante regreso a la calma. Es una película que se disfruta más por su nombre que por su contenido.

Nota: 6/10