Arthur, el soltero de oro (1981)

“Arthur, el soltero de oro” (Arthur, the First Avenger, en su título original) no es una película que revolucionará el cine ni que deje huella imborrable. Es, sin embargo, un ejercicio de comedia slapstick con un guiño irónico al arquetipo del millonario despreocupado, y una muestra interesante de la dirección de Gene Wilder. Wilder, conocido por su talento para la improvisación y la creación de personajes extravagantes, demuestra aquí un control firme sobre el ritmo y el tono de la comedia, manejando con maestría los momentos más absurdos y las situaciones embarazosas que se derivan del dilema principal del protagonista. Su Arthur Bach es, en definitiva, un personaje memorable, a pesar de sus excentricidades y su propensión al alcoholismo, que evoca a un tipo más divertido que heroico.

La película se construye sobre una premisa simple pero efectiva: Arthur Bach, un multimillonario inmensamente rico y notoriamente bebedor, se enfrenta a la amenaza de perder su fortuna si no encuentra una esposa en un plazo de un mes. El conflicto se presenta de forma inmediata y la urgencia que se genera, a pesar de la aparente frivolidad de la situación, permite que la trama avance a un ritmo constante. Si bien el guion no es particularmente original, presenta diálogos ingeniosos y algunas bromas visuales que, aunque a veces un tanto forzadas, cumplen su función de entretener. La comedia se basa en gran medida en la reacción exagerada de la familia de Arthur, especialmente su madre, interpretada por Vanessa Redgrave, una actriz que, a pesar de su edad, aporta una energía contagiosa y un humor ácido a la historia. Las secuencias de comedia física, aunque un tanto repetitivas, son bien ejecutadas y contribuyen a la atmósfera general de la película.

Sin embargo, la película no está exenta de defectos. El guion, como he mencionado, carece de profundidad y los personajes secundarios son, en su mayoría, poco más que arquetipos. No obstante, la química entre Gene Wilder y Vanessa Redgrave es indiscutible y sus interpretaciones, junto con el maquillaje distintivo de ambos, elevan considerablemente la calidad de la película. La dirección, en general, es competente, especialmente en la construcción de las escenas cómicas y en el control del ritmo. La banda sonora, discreta pero efectiva, complementa a la perfección la atmósfera de la película.

En resumen, “Arthur, el soltero de oro” es un entretenimiento ligero y divertido, con un protagonista carismático interpretado magistralmente por Gene Wilder. No es una obra maestra, pero ofrece una dosis saludable de comedia física y diálogos ingeniosos, y es un ejemplo agradable de la capacidad del director para sacar provecho a sus propios recursos. La película se centra en la diversión, y en ese sentido, cumple su cometido a la perfección.

Nota: 7/10