Arthur, el soltero de oro (2011)

“Arthur, el soltero de oro” (Arthur, the Happy Prince, en su título original) es una comedia romántica moderna que, a primera vista, parece una simple premisa: un playboy adicto al hedonismo se ve obligado a casarse para heredar una fortuna. Sin embargo, la película de Stuart Rosenberg profundiza en la crisis existencial de su protagonista, ofreciendo una reflexión sorprendente sobre la soledad, la autenticidad y la búsqueda de un propósito en la vida. La película no se limita a la comedia superficial, aunque la tiene en abundancia, y logra un equilibrio interesante entre lo absurdo y lo conmovedor.

Russell Crowe, en el papel de Arthur Bach, entrega una actuación notable. Su personaje, inicialmente despreocupado y hedonista, evoluciona de manera creíble, mostrando las grietas de un hombre que se siente vacío a pesar de su éxito superficial. Crowe domina la vulnerabilidad, la desesperación y, eventualmente, una genuina vulnerabilidad que es fundamental para el éxito de la película. Su presencia en pantalla es magnética y, aunque el personaje es inherentemente conflictivo, Crowe le otorga una humanidad que evita que Arthur se convierta en un simple caricatura. Las escenas con Gwyneth Paltrow, quien interpreta a la mayorista Eleanor, son particularmente encantadoras, llenas de tensión, humor y, sorprendentemente, de afecto. Su química con Crowe es palpable, y la relación que se desarrolla entre ellos es lo que realmente da peso emocional a la trama.

La dirección de Rosenberg no es particularmente original, pero es funcional y eficiente. La película se mueve a un ritmo rápido, explotando la comedia física y las situaciones hilarantes que surgen de la búsqueda desesperada de Arthur por encontrar una esposa en el menor tiempo posible. Sin embargo, la película también se toma el tiempo para desarrollar los personajes secundarios, dándoles profundidad y creando un universo de secundarios que son, en su mayoría, bastante interesantes. La banda sonora, que combina pop moderno con música clásica, complementa a la perfección el tono divertido y a veces melancólico de la película. El guion, aunque a veces recurre a clichés del género romántico, logra mantener la historia fresca gracias a la originalidad de la premisa y a los diálogos inteligentes. El humor se sirve, en buena medida, de la ironía y del contraste entre el estilo de vida de Arthur y las expectativas de la sociedad. La película, a pesar de lo cómico que es, plantea preguntas serias sobre qué es lo que realmente necesitamos para ser felices.

En definitiva, “Arthur, el soltero de oro” es una comedia romántica entretenida y con una profundidad inesperada. No es una obra maestra cinematográfica, pero sí una película disfrutable que nos invita a reflexionar sobre nuestras prioridades y sobre el verdadero significado de la felicidad. A pesar de algunos momentos predecibles, logra sorprender con su mensaje positivo y su protagonista carismático.

Nota: 7/10