Arthur y los Minimoys (2006)

“Arthur y los Minimoys” es una película que, a pesar de su premisa fantástica y su público objetivo infantil, logra ser más que un simple cuento de hadas. La dirección de Claude Moité es, en general, competente, manejando bien el ritmo de la narración y creando un mundo visualmente atractivo, aunque con un estilo que recuerda a veces a las animaciones más antiguas. La paleta de colores es vibrante y la ambientación de la tierra de los Minimoys, con sus túneles, bosques y ríos, se siente genuinamente mágica, una fortaleza visual que compensa en parte la falta de innovación. Sin embargo, hay momentos en los que la dirección cae en la repetición y en una cierta previsibilidad en las situaciones, lo que disminuye un poco el impacto emocional de algunos momentos clave.

La película depende en gran medida de las actuaciones de sus protagonistas, y aquí es donde brilla con mayor intensidad. Jonah Hauer-King, como Arthur, transmite la inocencia, la determinación y la vulnerabilidad de un niño que se ve obligado a asumir un papel que le supera. Su evolución a lo largo de la aventura es creíble y genera empatía en el espectador. Las hermanas Hauer-King, Georgie y Phoebe, interpretan a Selenia y Betameche con una naturalidad impresionante. Tienen una química excelente, y sus interpretaciones aportan una autenticidad que eleva el nivel de la película. También es digna de mención la actuación de Sam Neill como el abuelo de Arthur, que aporta un toque de sabiduría y ternura que sirve como punto de partida para toda la aventura. La representación del villano, M, por otro lado, es algo decepcionante. Su diseño visual es aceptable, pero su motivación y su desarrollo son superficiales, lo que lo convierte en un antagonista unidimensional y poco convincente.

El guion, en general, es correcto pero carece de la profundidad que podría haberle dado una mayor resonancia. La trama principal es sencilla y directa, siguiendo un patrón clásico de búsqueda del tesoro, y aunque se insertan algunos temas interesantes, como la importancia de la comunidad, la sostenibilidad y la valentía, no se exploran a fondo. El diálogo es a veces forzado y las situaciones, por momentos, predecibles. Sin embargo, la película logra evocar una sensación de asombro y maravilla, especialmente al presentar el universo de los Minimoys, que se siente como un mundo real y habitado por seres genuinamente mágicos. La película, en definitiva, se centra en el poder de la amistad y en la capacidad de los niños para superar obstáculos con ingenio y valentía, una lección universal que resulta especialmente conmovedora dada la situación que enfrentan los protagonistas.

Nota: 6/10