Asalto al tren Pelham 123 (2009)

“Asalto al tren Pelham 123” es una película que no intenta ser innovadora, ni pretende revolucionar el género de thrillers de secuestro con tensión. Sin embargo, logra ser un entretenimiento sólido y, sobre todo, visceral gracias a su enfoque realista y a una dirección que consigue transmitir el pánico y la desesperación de la situación. La película, un remake del clásico de 1974, no se centra en un melodrama excesivo o en una trama intrincada, sino en la ejecución impecable del dilema planteado: un grupo de criminales toma como rehén un vagón del metro de Nueva York y tienen una hora para recibir un rescate importante. La estrategia central de la película, y su principal fortaleza, radica en la toma de decisiones de Walter Garber, el supervisor del metro, interpretado con una absoluta convicción por Gary Oldman. Oldman, en una de sus mejores actuaciones en años, no solo se limita a ser el cerebro detrás de la operación de rescate, sino que aporta una fragilidad y una humanidad sorprendentes a su personaje, mostrando el coste personal y emocional de las decisiones que debe tomar. Su atormentado estado mental, producto de traumas pasados, lo hace un protagonista con el que es fácil conectar y sentir empatía, a pesar de sus acciones a menudo controvertidas.

La dirección de Michael Brandt y Jon Hayes es funcional pero efectiva. Se centran en la claustrofobia del vagón, aprovechando al máximo la iluminación y el sonido para crear una atmósfera opresiva y tensa. La acción se construye gradualmente, con momentos de suspenso que se disparan a medida que el tiempo se acorta y las posibilidades de éxito disminuyen. No hay explosiones grandilocuentes ni persecuciones espectaculares, lo que contribuye a la sensación de realismo y urgencia. La película se beneficia de un ritmo impecable, manteniendo al espectador constantemente alerta, preguntándose cómo Garber intentará salir de esta encrucijada. La fotografía, aunque no destaca particularmente, es adecuada para el tono general de la película. La banda sonora, sobria pero presente, refuerza la atmósfera de tensión sin resultar intrusiva.

Sin embargo, es importante reconocer que el guion, aunque sólido en su estructura y planteamiento, no alcanza la profundidad que podría haberle dado. Algunas de las subtramas secundarias, como la relación de Garber con su ex-esposa, se sienten algo desaprovechadas y no contribuyen significativamente al desarrollo de la historia principal. Además, la resolución del enigma central, la pregunta de cómo los criminales lograrían escapar, aunque interesante conceptualmente, se presenta de una manera algo abrupta y, en cierto modo, simplificada. No se profundiza en las motivaciones de los secuestradores ni se exploran a fondo los dilemas morales que Garber enfrenta. La película se limita a mostrar la acción, sin profundizar en los personajes o en las consecuencias de las decisiones tomadas. A pesar de esto, el sentido de urgencia y la tensión mantenida hasta el final son elementos que hacen que la película sea una experiencia gratificante para el espectador.

A pesar de sus deficiencias, “Asalto al tren Pelham 123” es un thriller moderno que sabe aprovechar la esencia del clásico original. Gary Oldman brilla con luz propia, y la dirección logra mantener una sensación de realismo y peligro constante. Es una película que se disfruta con la mente activa, analizando los movimientos de Garber y preguntándose cómo saldrá de esta situación. Un reinicio muy acertado para un clásico del cine.

Nota: 7/10