“Asalto en la noche” es un thriller familiar que, a pesar de no alcanzar la innovación que podría haberle dado, ofrece un despliegue de acción y tensión considerablemente entretenido. La película, dirigida por Steven Knight, se basa en una premisa sólida: una madre, Shaun (Gabrielle Union), lidiando con el duelo y la responsabilidad de proteger a sus hijos de unos ladrones que buscan robarle la herencia de su padre. La construcción del conflicto es inmediata y efectiva, sumergiendo al espectador en la atmósfera de amenaza y desesperación que rodea a la familia.
Union, como siempre, es una actriz sobresaliente. Su interpretación de Shaun es visceral y convincente. La vemos no solo como madre protectora, sino también como mujer devastada por la pérdida y, al mismo tiempo, como una luchadora implacable cuando se trata de la seguridad de sus hijos. El resto del reparto, con nombres como Ray Liotta y Monica Barbieri, también cumple sus funciones, aunque sus personajes, en general, carecen de profundidad y son más meras piezas del rompecabezas narrativo. Liotta, en particular, parece estar actuando un poco fuera de su zona de confort, pero su presencia le da un aire de peligro habitual a su carrera.
El guion, por lo general, es sólido y mantiene un ritmo ágil. Sin embargo, la historia, aunque interesante, cae en algunos clichés del género thriller con secuestros familiares. Las situaciones de acción son intensas y bien coreografiadas, pero a veces se sienten predecibles. Steven Knight, conocido por su trabajo en series como “Peaky Blinders”, no logra aportar la complejidad narrativa que podría haber elevado la película. El conflicto entre los secuestradores y la madre no se explora en profundidad, dejando algunas preguntas sin respuesta y permitiendo que la resolución, aunque satisfactoria, se sienta un poco apresurada.
La dirección, si bien competente, se limita a seguir una fórmula probada. Los efectos especiales, aunque adecuados, no son particularmente innovadores y contribuyen a mantener la película en un terreno más convencional. Sin embargo, Knight consigue crear una atmósfera claustrofóbica en la casa de Malibu, utilizando la iluminación y el sonido para aumentar la tensión. La fotografía, con una paleta de colores que oscila entre el azul oscuro de la noche y el dorado de la propiedad, refuerza esa sensación de opresión. Finalmente, es una película que, aunque no marca un nuevo rumbo en el género, ofrece un entretenimiento decente para aquellos que buscan una acción familiar con un toque de suspense.
Nota: 6/10