Ases calientes (2006)

“Ases Calientes” (Hot Fuzz) no es, en absoluto, un thriller de mafiosos de la talla de “El Padrino” o “Goodfellas”. Y eso, de alguna manera, es precisamente su punto fuerte. Edgar Wright, conocido por su dirección frenética e inconfundible, ha logrado reinventar el género, infundiendo una dosis saludable de comedia pastelera y una meticulosa atención al detalle que eleva la película por encima de lo que su premisa sugiere. La película se burla de las convenciones del género, jugando constantemente con las expectativas del espectador y ofreciendo giros inesperados que son tanto divertidos como sorprendentes.

El guion, coescrito por Wright y Simon Pegg, es una obra maestra de la parodia. No se limita a imitar clichés del cine de mafia, sino que los desmantela sistemáticamente. Las diálogos son brillantes, especialmente aquellos compartidos por Pegg y Mark Marut, y la película está repleta de referencias a películas de acción y suspense de los últimos 50 años. Los momentos de tensión se interrumpen con escenas absurdas y cómicas que, lejos de restar valor a la trama, la enriquecen y la hacen memorable. La planificación visual y la dirección de fotografía son impecables, con planos sorprendentes y secuencias de acción coreografiadas con una precisión casi militar, lo cual contrasta directamente con la tonada general de la película.

El reparto es, sencillamente, excepcional. Jeremy Piven, como Buddy 'Aces' Israel, ofrece una actuación carismática y exagerada, entregando un personaje entrañable a pesar de su increíblemente mala suerte. Ryan Reynolds y Ray Liotta complementan a Piven con una química excelente, aportando la credibilidad necesaria a sus personajes de agentes del FBI. Aunque el papel de Mark Marut, el narrador de la historia, es pequeño, ofrece momentos cómicos y reflexivos que ayudan a contextualizar la acción. La dirección de Wright hace que cada uno de estos personajes brille, sabiendo cómo sacar lo mejor de cada actor.

“Ases Calientes” no pretende ser una película sobre la mafia, sino una comedia de acción inteligente y subversiva. Es un homenaje a las películas de acción clásicas, pero también una crítica sutil a sus excesos. La película es un ejercicio de guiontapeado brillante y una demostración de la capacidad de Edgar Wright para dirigir un film que es a la vez entretenido y reflexivo. El uso del entorno de Lake Tahoe, con sus paisajes desolados y su atmósfera opresiva, añade un toque de belleza surrealista a la historia, intensificando la sensación de caos y desesperación. No es la película más profunda que se haya hecho, pero sí una de las más divertidas y originales de los últimos tiempos.

Nota: 8.5/10