Asesinos (1995)

“Asesinos” (Killers, 2010) es una película que, a primera vista, parece un ejercicio de estilismo visual con un toque de thriller psicológico. Lo que emerge, sin embargo, es una exploración inquietante y desoladora del deseo, la ambición y la búsqueda de significado en un mundo que parece desprovisto de valores. La película, dirigida por Declan Moore, no se centra en el espectador en un despliegue espectacular de acción, sino en la lenta erosión de la moralidad y el alma de sus personajes, algo que, en mi opinión, es mucho más perturbador.

La historia nos introduce a Robert Rath, un hombre marcado por la brutalidad de su pasado y por un trabajo clandestino que le ha robado la humanidad. Sean Patrick Thomas ofrece una interpretación particularmente convincente, transmitiendo la angustia y el aislamiento de Rath de una manera inquietante. Su Rath es un hombre que ha visto demasiado y que ha perdido la capacidad de conectar emocionalmente con el mundo, y Thomas lo logra con una dignidad silenciosa que es profundamente conmovedora. El resto del elenco, incluyendo a Teresa Palmer como Electra, también cumplen con creces, aunque la química entre los tres protagonistas no siempre alcanza el nivel esperado, contribuyendo a una sensación de incomodidad, a veces incluso de desconexión.

La dirección de Moore es, sin duda, el punto fuerte de la película. La fotografía, con sus paletas de colores apagados y la iluminación cuidadosamente trabajada, crea una atmósfera de opresión y desesperanza. Los escenarios, en su mayoría minimalistas y conectados a espacios cerrados, se convierten en reflejos de la conciencia claustrofóbica de los personajes. La película utiliza el espacio de manera inteligente, utilizando la ausencia de sonido en ciertos momentos para intensificar la tensión y el sentimiento de vulnerabilidad. El ritmo, deliberadamente lento, permite al espectador inmerso en la situación y, quizás, entender las motivaciones extremas de los personajes. Sin embargo, esta lentitud a veces se siente como una mera extensión innecesaria, ralentizando el desarrollo de la trama sin aportar mayor profundidad.

El guion, coescrito por Moore y Ed Cohen, presenta ideas interesantes, pero carece de la chispa necesaria para convertirlas en una historia verdaderamente cautivadora. La premisa, la idea del “juego” donde las vidas son apuestas y la búsqueda del poder, es sólida, pero la ejecución carece de originalidad. El desarrollo de los personajes, aunque decente, no llega a profundizar lo suficiente en sus motivaciones, quedando en un nivel superficial. La resolución, al igual que el ritmo general, se siente algo apresurada y poco satisfactoria. La película se queda en un limbo moral, sin ofrecer respuestas claras a las preguntas que plantea sobre la naturaleza humana y la búsqueda de propósito.

En definitiva, “Asesinos” es una película que vale la pena ver por su estética y la actuación de Sean Patrick Thomas. Sin embargo, su guion y su ritmo, pueden resultar decepcionantes. Es una experiencia visualmente interesante, pero emocionalmente distante.

Nota: 6/10