Asesinos natos (1994)

“Asesinos natos” (Native Killers) no es una película que te deje una sensación de vértigo y adrenalina a lo largo de su metraje. En cambio, ofrece una reflexión inquietante, casi melancólica, sobre la banalización del crimen, la seducción de la fama y la pérdida de la individualidad en un mundo obsesionado con el espectáculo. La dirección de Jay Skulls logra un tono particular, una atmósfera crepuscular y desaturada que, aunque estilizada, se siente un poco fría y distante, alejada de la visceralidad que podría esperarse de una historia sobre asesinos seriales.

La película no busca glorificar el acto criminal en sí, sino explorar las consecuencias psicológicas de la exposición mediática. Micky y Mallory, interpretados con una naturalidad inquietante por Jesse Eisenberg y Evan Peters, no son monstruos sedientos de sangre. Son jóvenes que, al igual que muchos, buscan un significado en un mundo que les parece vacío. La relación entre ambos, inicialmente romántica y llena de anhelo, se vuelve extraña y claustrofóbica a medida que se ven arrastrados por la fama. La obsesión del público con su “actividad” los deshumaniza, convirtiéndolos en meros personajes de una telenovela macabra. Peter Dinklage, como el presentador de televisión, aporta una actuación magistral, entregando un personaje hipnótico que encarna la voracidad de los medios y la manipulación de la opinión pública. Su actuación es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película.

El guion, aunque no carente de problemas de ritmo, destaca por su enfoque en el desarrollo de los personajes. La trama, sencilla en su planteamiento, se beneficia de la profundidad psicológica de Micky y Mallory, permitiendo al espectador conectar con sus motivaciones y experimentar su desorientación. Sin embargo, la película no se detiene lo suficiente en las implicaciones éticas y morales de sus acciones, optando por una aproximación más centrada en el drama personal. El desarrollo del personaje de Dinklage es particularmente bueno; la forma en que su ambición y deseo de fama se manifiestan a través del show es perturbadora y, de manera inquietante, convincente. Se deja una sensación de incomodidad constante, no por la violencia que se muestra (la cual es escasa y no es el foco de la película), sino por la implicación de que la gente está consumiendo su vida como si fuera un espectáculo.

En definitiva, “Asesinos natos” es una película que invita a la reflexión. No ofrece respuestas fáciles, ni entretenimiento superficial, sino un retrato sombrío de nuestra sociedad, donde la búsqueda de la fama puede destruir la identidad y la moral. Aunque la dirección y las actuaciones son sólidas, la película podría haber explorado más a fondo los dilemas éticos que plantea, priorizando un desarrollo más profundo de la trama principal. No obstante, su mensaje y su atmósfera inquietante la convierten en una propuesta digna de ser vista y analizada.

Nota: 7/10