Así es el amor (2001)

“Así es el amor” (As Is) de Iain Thomas se presenta como un ejercicio peculiar y a veces desconcertante de la comedia negra y el drama, pero que, en el fondo, logra resonar con una cierta honestidad emocional. La película, centrada en Berke Landers, interpretado con una intensidad casi enfermiza por Ben Foster, nos adentra en la mente de un joven obsesionado con recuperar la atención de su ex-pareja, Allison, quien lo ha abandonado. Esta obsesión lo lleva a tomar decisiones desmedidas, que se despliegan con una lógica retorcida y un tono que oscila entre lo hilarante y lo profundamente perturbador.

La dirección de Thomas es deliberadamente incómoda. No hay un estilo visual dominante; se prefiere una fotografía en blanco y negro, con una iluminación que tiende a la oscuridad, lo que contribuye a la atmósfera claustrofóbica y opresiva que envuelve la película. La banda sonora, marcada por melodías nostálgicas y fragmentos de música pop, acentúa la sensación de desasosiego y refleja la mente fragmentada de Berke. Thomas evita melodramas fáciles; no intenta romantizar la obsesión, sino que la presenta como un comportamiento autodestructivo y, en última instancia, patético. La puesta en escena, con escenarios austeros y un enfoque en los personajes, evita el espectáculo y se centra en el desarrollo psicológico del protagonista.

La actuación de Ben Foster es, sin duda, el corazón de la película. Foster ofrece una interpretación magistral, convirtiéndose en Berke Landers, un hombre que se mueve con una mezcla inquietante de desesperación, vanidad y autoengaña. Su habilidad para transmitir la vulnerabilidad subyacente a la fachada de ambición y desesperación es impresionante. Melissa Sagemiller, en el papel de Allison, ofrece una actuación contundente y honesta, representando a una mujer que, aunque dolorida por la ruptura, lucha por mantener la distancia. No hay heroísmo o vilificación en su personaje; simplemente es una mujer tratando de protegerse de una situación dañina. Los actores secundarios, como Chris Parkinson, completan el elenco con interpretaciones sólidas que refuerzan el ambiente general de desesperación.

El guion, coescrito por Iain Thomas y Steve Parkes, es donde la película alcanza su mayor complejidad. No hay un ritmo convencional de narración. Se trata de un flujo de conciencia, de escenas cortas e inconexas que construyen un retrato fragmentado de la psique de Berke. La ambigüedad es clave; la película nunca explica completamente las motivaciones de Berke, dejando al espectador preguntándose si es un hombre genuinamente desesperado o un sujeto de estudio de una enfermedad mental. Esta deliberada falta de respuestas obliga al espectador a participar activamente en la interpretación de la historia. Aunque a veces la falta de claridad puede ser frustrante, contribuye al impacto emocional final de la película, que va más allá de una simple comedia negra.

En definitiva, “Así es el amor” es una película que incomoda y desafía. No es un entretenimiento ligero, sino una experiencia cinematográfica que obliga al espectador a confrontar la naturaleza de la obsesión, la fragilidad de la identidad y la dificultad de las relaciones humanas. Es una película que perdura mucho después de que los créditos finales hayan pasado.

Nota: 7/10