Ciudad de asfalto (2024)

“Ciudad de Asfalto” (Asphalt City) es una joya inesperada, un relato visceral sobre la supervivencia, la pérdida y la búsqueda de un propósito en el corazón de Nueva York. La película no se centra en la acción frenética que a veces se asocia con el género policial, sino que se adentra en la rutina cruda de un paramédico novato, Ollie Cross, interpretado con una vulnerabilidad conmovedora por Jake Gyllenhaal. El director Walter Hill, conocido por su trabajo en el cine de acción, sorprende al ofrecer un estudio del personaje en su entorno, desmitificando la imagen heroica y revelando una profunda melancolía.

La película se construye alrededor de la relación entre Ollie y Gene Rutovsky (Clint Eastwood), un veterano paramédico endurecido por años de experiencia y marcado por un pasado turbulento. Eastwood, en un papel que parece diseñado para él, ofrece una interpretación magistral: es áspero, pragmático y taciturno, pero también posee una mirada que sugiere una profunda humanidad. La química entre Gyllenhaal y Eastwood es el núcleo de la película y, a pesar de la brevedad del tiempo compartido en pantalla, se logra una conexión genuina que impulsa la narrativa. La evolución de Ollie, de un joven idealista a un hombre curtido por la realidad, es gradual y convincente gracias a la sutil dirección de Hill y el juego de ambos actores. Es un ejemplo de cómo la actuación puede comunicar más con la mirada y el silencio que con las palabras.

El guion, aunque conciso, es efectivo. No se pierde en explicaciones innecesarias ni en complejas subtramas. Se centra en momentos clave que definen la transformación de Ollie. Las escenas en la ambulancia, con la música frenética de Ry Cooder como banda sonora, crean una atmósfera de tensión constante y de peligro inminente. La dirección de Hill es precisa, utilizando planos secuencia y tomas largas que permiten al espectador sumergirse en la realidad caótica de las calles de Nueva York. La película no rehúye de la violencia, pero ésta se presenta como una consecuencia inevitable de las circunstancias, no como un espectáculo. La fotografía en blanco y negro de Tak Fujimoto acentúa el contraste entre la oscuridad de las calles y la luz, creando imágenes memorables.

Sin embargo, “Ciudad de Asfalto” no es una película fácil de ver. Su ritmo pausado, su crudeza y su falta de soluciones definitivas pueden resultar desconcertantes para algunos espectadores. No es un thriller convencional, sino una meditación sobre la vida, la muerte y la búsqueda de un significado en un mundo desolador. La película es un homenaje a las figuras anónimas que operan en las sombras de la ciudad, a aquellos que, sin buscarlo, se enfrentan a la violencia y la desgracia. Es una obra cinematográfica que, una vez vista, permanece en la memoria con fuerza.

Nota: 7/10