Astérix en los Juegos Olímpicos (2008)

“Astérix en los Juegos Olímpicos” es un ejercicio de nostalgia animada que, a pesar de algunas inconsistencias, ofrece un entretenimiento sólido para familias y fans de la saga. La película, dirigida por Olivier Lepêtre, logra recapturar la esencia del cómic original, pero no sin algunas concesiones que, sin embargo, no impiden disfrutar de la historia, aunque con cierta distancia crítica.

La trama, centrada en la rivalidad romántica entre Alafólix y Brutus por la princesa Irina, es un clásico del género. La idea de llevar la rivalidad a los Juegos Olímpicos de la antigüedad es ingeniosa y proporciona un marco divertido para las acrobacias y desafíos físicos. El guion, aunque predecible, se beneficia de un ritmo ágil que mantiene el interés del espectador. La historia, sin embargo, carece de la profundidad y el humor sutil característicos de los cómics de Goscinny y Uderzo. Se simplifica la complejidad de las relaciones entre los personajes y se enfoca más en el aspecto de acción que en el diálogo inteligente y la crítica social que solían marcar la obra original. La presencia de la princesa, en este caso, se siente un tanto artificiosa, más como un mero elemento para el conflicto, que podría haber sido mejor desarrollada.

Las actuaciones son generalmente sólidas. Romain Duris, como Alafólix, transmite la idealismo juvenil y la valentía del personaje, aunque sin alcanzar la intensidad que podríamos esperar. Pio Marini como Brutus ofrece una interpretación convincente de un hombre ambicioso y desesperado, lo que le otorga credibilidad a su rivalidad. El reparto secundario, con Guy Tranchell como Panorámix, aporta toques de humor y carisma. La química entre los personajes de base – Astérix, Obélix y Panorámix – se mantiene, pero se diluye un poco en la complejidad de la trama olímpica.

Visualmente, la película es un festín para los ojos. La recreación de la Antigua Grecia es impresionante, con escenarios detallados y efectos visuales de alta calidad que transportan al espectador a la época. Las escenas de acción, coreografiadas con cuidado y virtuosismo, son espectaculares, aunque, por su propia naturaleza, carecen de la gracia y el humor de los cómics. La animación, utilizada en las escenas más complejas o durante las pociones, es particularmente destacable, brindando un contraste interesante con la estética live-action.

A pesar de sus fallos, “Astérix en los Juegos Olímpicos” es una aventura animada entretenida y visualmente atractiva. Logra capturar el espíritu festivo y la irreverencia de la saga, aunque no llega a emular la magia y el ingenio de sus predecesores. Es una película que seguro complacerá a los aficionados a la serie y a aquellos que buscan una opción de entretenimiento familiar. No es una obra maestra, pero ofrece un buen rato.

Nota: 6.5/10