Asuntos familiares (2022)

“Asuntos familiares” no es una comedia ligera, ni un melodrama sentimentalizado. Es, en su esencia, una meditación pausada y, a veces, incómoda sobre el peso del pasado, la dificultad de la comunicación y la compleja naturaleza de las relaciones familiares. La película de Felix Lee nos presenta a Alice y Louis, dos hermanos a punto de cumplir los cincuenta, marcados por un resentimiento latente que se extiende por más de dos décadas. La muerte repentina de sus padres les obliga a reunirse, desatando una serie de conversaciones, confrontaciones y, finalmente, revelaciones que exploran las raíces de su desavenencia. Lee logra crear una atmósfera cargada de tensión contenida, casi palpable, que se desenvuelve con una lentitud deliberada, priorizando la observación psicológica sobre el ritmo narrativo tradicional.

La dirección de Felix Lee es sobresaliente. Evita soluciones fáciles y clichés, enfocándose en la sutileza y en el lenguaje corporal. Las escenas entre los hermanos son particularmente impactantes, no por gestos dramáticos, sino por la silenciosa incomodidad que se siente al intentar comunicarse. Utiliza planos largos que permiten al espectador asimilar la quietud y la introspección de los personajes. La fotografía, con una paleta de colores apagados y tonos tierra, refuerza la sensación de melancolía y de un pasado que no se puede olvidar. Hay un uso inteligente de la luz y la sombra para simbolizar la dualidad de la experiencia de los hermanos.

Las actuaciones son el corazón de la película. Joaquín Sabina y Alessandro Borghi son, sin duda, los pilares de la narrativa. Sabina ofrece una interpretación magistral de Alice, una mujer brillante y atormentada por sus ambiciones fallidas y por un sentimiento de frustración interior. La vulnerabilidad que muestra tras la fachada de la actriz es conmovedora. Borghi, por su parte, encarna la figura de Louis, un hombre aparentemente tranquilo pero con un pasado turbulento que no ha logrado asimilar. Sus interpretaciones son sutiles, creíbles y, en muchos momentos, casi silenciosas en su potencia. La química entre los dos actores es fundamental para el éxito de la película, logrando transmitir la profunda complejidad de su relación. No son simples rivales, sino dos individuos heridos por la vida y que, paradójicamente, necesitan el uno al otro para encontrar un poco de consuelo.

El guion, aunque relativamente sencillo en su estructura, está bien construido y presenta diálogos honestos y a veces dolorosos. Se evita la sentimentalidad excesiva y se permite que las emociones surjan de forma natural. Las conversaciones, aunque pausadas, revelan detalles importantes sobre la historia de los hermanos, las razones de su conflicto y sus esperanzas para el futuro. El film no ofrece soluciones fáciles, ni un desenlace particularmente feliz. Más bien, nos deja con la sensación de que la reconciliación es un proceso largo y complejo, que requiere esfuerzo y, sobre todo, la voluntad de confrontar el pasado. Es una película que invita a la reflexión, que nos recuerda que las familias, como la vida misma, son un territorio minado de emociones, secretos y contradicciones.

Nota: 7/10