¡Átame! (1990)

“¡Átame!” es una película que, lejos de ser una comedia romántica ligera, se erige como una pieza provocadora y, a veces, desconcertante sobre la obsesión, la masculinidad tóxica y la búsqueda de la aprobación femenina. Dirigida por Fernando Trueba, la cinta de 1991 es una obra maestra del cine español de los 90, que se atreve a desafiar las expectativas del género y a presentar un retrato complejo y, en muchos sentidos, perturbador de su protagonista.

Antonio Banderas, en un papel que le valió nominación al Oscar, interpreta a Ricky, un hombre con una infancia traumática marcada por un continuo abandono. Este pasado, que se revela gradualmente a lo largo de la trama, es la raíz de su comportamiento obsesivo y, sobre todo, de su incapacidad para establecer relaciones auténticas. Banderas ofrece una interpretación magistral, capaz de transmitir la vulnerabilidad y la frustración de un hombre que intenta desesperadamente llenar un vacío interior a través de un acto de control: la secuestro y retención de Victoria Abril, una actriz que representa, de alguna manera, todo lo que él considera inalcanzable.

Abril, por su parte, aporta una elegancia y una fuerza contenida a su personaje, creando una dinámica fascinante con Banderas. Su actuación no se limita a ser la víctima, sino que incorpora elementos de resistencia y, a veces, incluso de complicidad, lo que complica aún más la lectura del conflicto central. La química entre ambos actores es palpable, y la tensión emocional que genera la relación es uno de los puntos fuertes de la película.

Fernando Trueba no rehúye de la oscuridad. La película utiliza un estilo visual que oscila entre lo nostálgico y lo inquietante, empleando colores apagados y una fotografía que refleja el aislamiento emocional de Ricky. La dirección de arte es impecable, recreando con detalle la España de los años 50 y 60, aunque con un toque de decadencia que anticipa el destino final del protagonista. La banda sonora, compuesta por Luis Cuartel, es igualmente efectiva, contribuyendo a la atmósfera de melancolía y angustia que impregna la narrativa.

El guion, adaptado de una novela de Miguel Delibes, es el elemento más discutido de la película. Si bien la historia original es compleja y presenta dilemas morales profundos, la adaptación cinematográfica a veces se siente forzada y un poco lenta. Sin embargo, la película logra mantener un equilibrio entre el drama psicológico y la comedia negra, logrando que el espectador se cuestione la moralidad de las acciones de Ricky y se interese por su evolución, o por la falta de ella. No es una película fácil, pero sí una que provoca reflexión y que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar. Es una película que explora la fragilidad del hombre, la complejidad de los deseos y la carga del pasado.

Nota: 8/10