Atracción diabólica (1988)

“Atracción Diabólica” (Devil's Attraction) es una película que, en lugar de ofrecer una exploración profunda de la desesperación y el trauma, se resuelve en una extraña y perturbadora alegoría sobre el deseo y la manipulación. La propuesta, a primera vista, suena a comedia negra, pero lo que encontramos es un relato visualmente impactante, aunque a veces superficial, que explora los límites de la necesidad y la vulnerabilidad humana.

La dirección de Matthew Charron es, sin duda, el punto fuerte de la película. Logra crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica, utilizando la encorpada casa de Allan con una iluminación sombría que amplifica la sensación de aislamiento y paranoia. El montaje es preciso y ritmico, creando momentos de tensión sostenida que culminan en escenas visualmente deslumbrantes y grotescas. Sin embargo, la dirección no profundiza lo suficiente en las emociones de Allan, dejándonos a menudo a la merced de la situación, más que a la compresión del personaje.

El actor principal, Ben O'Toole, ofrece una actuación admirable. Transmite a la perfección la transformación de Allan de un joven prometedor a un hombre consumido por la desesperación. La angustia y la frustración son palpables en cada mirada, y su interpretación es convincente. La química entre O'Toole y la mona, Lola, es lo que da vida a la narrativa. La primate, gracias a un diseño de maquillaje y animatronicas impecables, se convierte en un personaje casi humano, capaz de expresar sus propias intenciones y deseos, añadiendo una capa extra de complejidad a la trama.

El guion, aunque ambicioso en su concepto, resulta algo inconsistente. Presenta ideas interesantes sobre la codependencia, el poder de los deseos reprimidos y la pérdida de control, pero no siempre las desarrolla con la profundidad que merecen. Algunos diálogos son forzados, y la resolución final, aunque visualmente impactante, carece de la resonancia emocional que se esperaría tras una historia tan intensa. Se siente que la película se concentra demasiado en la ejecución de las ideas, sacrificando la construcción de personajes complejos y arcos narrativos sólidos. La trama se desliza, en ocasiones, hacia lo absurdo, perdiendo, quizá, el equilibrio entre lo inquietante y lo cómico.

A pesar de sus fallos, “Atracción Diabólica” es una película que merece la pena ver por su originalidad visual y la actuación del protagonista. Es una experiencia perturbadora que te hará reflexionar sobre la naturaleza humana y los límites de nuestro propio deseo. No es una obra maestra, pero sí una propuesta audiovisual provocadora y digna de discusión. Es un recordatorio de que, a veces, lo que más anhelamos puede ser la perdición.

Nota: 6/10