Atrapa a un ladrón (2016)

“Atrapa a un ladrón” (Originalmente “The Knick”), la nueva entrega de las aventuras de Bennie Black, es una curiosa y, a menudo, desconcertante incursión en el género de acción y comedia tumbada. La película, dirigida por Robert Cary, se aferra a la fórmula de las películas de Hong Kong de los 80, pero con un enfoque que, en lugar de integrarse, a veces parece estar en guerra consigo misma. El resultado es una mezcla que, a pesar de sus momentos brillantes, no siempre logra encontrar su equilibrio.

Chan Koon-chung, como Bennie Black, ofrece una actuación convincente. Su Bennie es un detective cansado, curtido por años de implacables persecuciones y traiciones, un hombre que ha perdido la fe en el sistema pero que se aferra a su honor. La voz de Chan, con su acento inconfundible, es el corazón de la película y le da un peso considerable a las escenas de acción, incluso cuando la acción misma es un poco exagerada. Johnny Knoxville, en el papel de Connor Watts, aporta una energía inesperada al film. Su interpretación, que se aleja considerablemente de su imagen de comediante slapstick, es sorprendentemente efectiva. Knoxville logra transformar la figura del jugador estadounidense en un personaje complejo y, en ocasiones, conmovedor. Su química con Chan es uno de los puntos fuertes de la película.

El guion, escrito por Robert Cary y Ted Steele, se siente algo desordenado. Si bien las escenas de persecución, coreografiadas con una energía contagiosa y una explosión de colores vibrantes, son visualmente estimulantes, la trama principal se ve socavada por demasiadas subtramas y digresiones. La introducción de personajes secundarios que parecen salir de un guion de relleno es, en ocasiones, problemática. La película a veces se pierde en detalles insignificantes que, en última instancia, no contribuyen al desarrollo de la historia. La exploración de la relación de Bennie con su sobrina, Samantha, es, sin embargo, lo más resonante de la historia, añadiendo una capa de emoción y conflicto familiar que eleva la narrativa.

Visualmente, la película es un festín para los ojos. La fotografía de Peter Kerman es exuberante y dinámica, aprovechando al máximo el entorno urbano de Hong Kong. Las secuencias de acción, con sus elaborados trucos y efectos especiales, son impresionantes. Sin embargo, esta intensidad visual a veces eclipsa la narrativa. La dirección de Cary, aunque intenta mantener el ritmo frenético propio del género, carece de una visión clara. A pesar de ello, el sonido es especialmente impactante, con una banda sonora que combina elementos de música electrónica con melodías orquestales, creando una atmósfera llena de tensión y suspense.

En definitiva, “Atrapa a un ladrón” es una película irregular pero entretenida. No alcanza la grandeza de las clásicas películas de Hong Kong, pero ofrece momentos de acción explosiva, personajes memorables y una dosis saludable de humor. Es una propuesta que, si bien no es perfecta, vale la pena ver por su frescura y su energía innegable.

Nota: 6.5/10