Atrapa ese maniquí (1991)

“Atrapa ese maniquí” (Catch Me If You Can) es una película que, en primera instancia, parece un homenaje a la elegancia y el ingenio de la comedia negra, pero que, al profundizar en ella, revela una capa de sofisticación narrativa y una peculiar sensibilidad visual que la alejan de la simple diversión. La película, dirigida por Bret Ellis, no es un espectáculo de acción puro y duro, sino una reflexión sobre la ilusión, la búsqueda de la identidad y la vulnerabilidad del ser humano ante las convenciones sociales. La película no intenta ser un drama romántico tradicional, aunque la premisa – una joven transformada en una estatua debido a un amor prohibido – proporciona la base para explorar temas profundos como la soledad y la negación de la propia naturaleza.

La dirección de Bret Ellis es deliberadamente lenta y contemplativa. El ritmo, a menudo pausado, concede tiempo al espectador para absorber la belleza melancólica de las tomas y para experimentar la inmensidad del paisaje europeo. La película se adentra en la estética del romanticismo gótico, emulando la paleta cromática y la atmósfera de las pinturas de Caspar David Friedrich, donde la naturaleza salvaje y la figura humana se enfrentan en un juego de perspectivas que evocan la fragilidad del ser. Esta cuidada composición visual, lejos de ser un mero adorno, sirve para subrayar la desesperación y el aislamiento de la protagonista, Isabelle (interpretada magistralmente por Lena Olin). Olin ofrece una actuación sutil y poderosa, transmitiendo con solo una mirada la tristeza y la resignación de una mujer atrapada en una existencia impuesta.

El guion, adaptado de la novela homónima de J.D. Salinger, no es una simple adaptación; se ha enriquecido con elementos que amplían la perspectiva de la historia. El uso de flashbacks y la voz en off de un narrador misterioso, que se presenta como un detective privado contratado para encontrar al "alter-ego" de Isabelle, añaden capas de complejidad a la trama. Estos elementos no solo sirven para revelar la historia de fondo de la protagonista, sino también para cuestionar la naturaleza de la verdad y la percepción subjetiva de la realidad. La película no ofrece respuestas fáciles; más bien, invita a la reflexión sobre la idea de que el verdadero "yo" no se encuentra en la apariencia exterior, sino en las experiencias y las relaciones que nos definen.

A pesar de que la trama, en su núcleo, puede resultar algo extraña, la película logra generar una fuerte conexión emocional con el público. La puesta en escena es impecable, el vestuario y la arquitectura contribuyen a la atmósfera, y la banda sonora, compuesta por Alexandre Desplat, es sublime. Sin embargo, la película no está exenta de algunos momentos torpes, y la resolución final, aunque contemplativa, puede resultar algo poco satisfactoria para algunos espectadores. No obstante, “Atrapa ese maniquí” es una película que merece la pena ver por su singularidad, su belleza visual y la capacidad de generar una profunda sensación de melancolía.

Nota: 7/10