¡Atrapen al ladrón! ¿Al Blanco o al Negro? (1993)

“¡Atrapen al ladrón! ¿Al Blanco o al Negro?” es un thriller tenso y con una carga social que, a pesar de no ser una obra maestra, ofrece una experiencia cinematográfica interesante y provocadora. La película, dirigida con notable pulso por Richard Gillman, se aferra a un concepto inicial intrigante: la intersección de prejuicios raciales, crimen y una justificación moral compleja. El tono es deliberadamente sombrío, con una paleta de colores apagados que refuerza la atmósfera de desconfianza y peligro latente en cada escena. El diseño de producción es impecable, contribuyendo a la sensación de un barrio de Nueva York aparentemente tranquilo, pero plagado de secretos y sospechas.

La película se centra en Andrew Sterling, interpretado con una elegancia contenida por Denzel Washington. Washington, como siempre, es magistral, transmitiendo tanto la frustración de ser juzgado por su raza, como la creciente desesperación de un hombre que lucha por defender su inocencia. Sin embargo, el guion, aunque sólido en sus primeras fases, comienza a sentirse algo apresurado a medida que avanza la trama. La construcción del personaje de Amos Odell (Gene Hackman), un criminal con un pasado turbio, se siente un tanto superficial, aunque Hackman aporta su habitual intensidad y pragmatismo a la interpretación.

La tensión se mantiene constantemente gracias a la dirección habilidosa de Gillman, que utiliza flashbacks de manera efectiva para revelar gradualmente la verdad detrás de los eventos. La secuencia en la que Andrew intenta demostrar su inocencia, simulando la falsa invasión domiciliaria, es especialmente bien ejecutada, manteniendo al espectador en vilo. No obstante, el guion a veces recurre a clichés del género negro y, paradójicamente, el tema de la raza, que es el corazón de la historia, se aborda de manera un tanto simplista, centrándose más en el juicio público que en las raíces profundas de la discriminación. La tensión racial se presenta como un componente central, pero a veces se siente más como un dispositivo narrativo que como una exploración genuina de las complejidades del racismo sistémico.

La película se beneficia de las actuaciones sólidas de todo el reparto, pero Washington y Hackman son los pilares de la historia. La química entre ambos, llena de recelos y resentimientos, es particularmente efectiva. La banda sonora, discreta pero sugerente, complementa a la perfección la atmósfera de suspense. En definitiva, “¡Atrapen al ladrón! ¿Al Blanco o al Negro?” es una película que vale la pena ver, sobre todo si se aprecia un thriller con un componente social. No es perfecta, pero su propuesta es ambiciosa y, en gran medida, cumple con sus objetivos.

Nota: 7/10