Australia (2008)

“Australia” de Baz Luhrmann es una película que, a pesar de las polémicas que generó en su estreno, posee un poder visual y una ambición desmedida que, en última instancia, la convierten en una experiencia cinematográfica memorable. Luhrmann, conocido por su estilo vibrante y su obsesión por el detalle, despliega una fotografía espectacular, jugando con colores intensos y vastas extensiones de terreno australiano, con una belleza salvaje y a menudo implacable. La película no se trata de una narración lineal; es un viaje sensorial que sumerge al espectador en el calor, la pradera, el desierto y el mar del norte de Australia. No es una película para todos los gustos, y sí que exige paciencia, pero a quienes se abran a su estética particular, “Australia” puede resultar profundamente gratificante.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los mayores puntos fuertes. Nicole Kidman ofrece una interpretación convincente como Lady Sarah Ashley, una mujer atrapada en la rigidez de una vida social superficial. Su Sarah es fría, obstinada y, en ocasiones, cruel, pero también revela destellos de vulnerabilidad y un deseo, quizás inconsciente, de encontrar un significado más profundo. Hugh Jackman, por su parte, interpreta a Drover con una intensidad silenciosa. Su personaje, un hombre marcado por la vida y el trabajo, es un contrapunto perfecto a la fragilidad de Sarah. El desarrollo de su relación, inicialmente basada en la simple necesidad de transporte, es sutil pero poderoso. Brandon Walters, en el papel de Nullah, aporta una autenticidad conmovedora a la historia, representando el dolor y la resistencia de una comunidad indígena marginalizada. Su presencia añade una capa de complejidad moral a la narrativa.

Sin embargo, el guion es, quizás, el área más debatida de la película. A veces, la amabilidad excesiva de Luhrmann se traduce en un ritmo lento y contemplativo que puede resultar tedioso. La trama secundaria del conflicto racial, aunque importante, se siente un tanto simplificada y, en ocasiones, esteticizada para encajar dentro del marco visual grandioso de la película. Si bien la intención es clara, la representación de la segregación y la injusticia social no llega a la profundidad que podría haber tenido. La película se centra mucho más en el romance entre Sarah y Drover, y en la belleza del paisaje, a veces eclipsando el mensaje social que pretende transmitir. A pesar de esto, la ambición de Luhrmann, su capacidad para evocar la inmensidad de Australia y la fuerza de sus personajes principales, merecen ser reconocidas. Es un esfuerzo cinematográfico audaz y personal, que, aunque imperfecto, ofrece un espectáculo visualmente impresionante y una reflexión sobre la identidad, el amor y la supervivencia.

Nota: 7/10