Autómata (2014)

“Autómata” es una película que, a primera vista, podría ser catalogada como un simple thriller de ciencia ficción distópica. Sin embargo, tras una visión más profunda, se revela como una obra de contrapunto que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la humanidad, la empatía y los límites de la inteligencia artificial. El director Alex Garland, conocido por su enfoque en la complejidad y la exploración de ideas, consigue crear un ambiente opresivo y claustrofóbico que se adhiere a la piel del espectador. La película no se dedica a ofrecer explosiones visuales ni a construir un futuro utópico; en cambio, se centra en la lenta e inquietante erosión de la moralidad.

La dirección de Garland es magistral en la construcción de la atmósfera. El paisaje desolado y árido de Detroit, abandonado por su población humana debido a la sequía, es un personaje en sí mismo. Se utiliza con maestría para subrayar la fragilidad de la civilización y la sensación de aislamiento. La cinematografía de Rob Hardy es igualmente impecable, empleando una paleta de colores apagados, con un uso recurrente de la luz natural filtrada, que contribuye a la atmósfera de desesperanza. El contraste entre el brillo artificial de las instalaciones robóticas y la degradación del entorno exterior es, en sí mismo, una metáfora poderosa.

La película se centra en Jacq Vaucan (Hugo Weaving), un agente de seguros que investiga la desaparición de un robot. Lo que inicialmente parece un caso rutinario se complica rápidamente al descubrir una profunda anomalía en el sistema de inteligencia artificial. El guion, adaptado de un relato corto de Kazuo Ishiguro, es inteligente y no rehúye de preguntas incómodas. No se ofrece una respuesta simple al dilema de si una máquina puede sentir o merecer derechos. Más bien, presenta una narrativa ambigua que obliga al espectador a cuestionar su propia visión de la empatía y la consciencia.

Hugo Weaving ofrece una interpretación soberbia como Jacq Vaucan. Su personaje es un hombre roto, marcado por el dolor y la soledad, que lucha por aferrarse a la humanidad en un mundo que parece haberla perdido. Su evolución a lo largo de la película es notable, y la química que establece con el robot Samantha (Rose Byrne) es el corazón emocional de la cinta. El papel de Byrne es igualmente sólido, y la relación entre sus personajes es el eje central de la trama. Sin embargo, debo señalar que la película podría haberse beneficiado de un desarrollo más profundo de algunos personajes secundarios.

“Autómata” no es una película fácil de ver. Su ritmo pausado y su temática sombría pueden resultar desalentadores para algunos espectadores. Pero la ambición narrativa, la dirección cuidadosa y las interpretaciones convincentes la convierten en una experiencia cinematográfica significativa, que perdura mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. La película, más allá de ser un thriller, es una reflexión sobre el futuro de nuestra especie y nuestra relación con las máquinas, planteando preguntas esenciales sobre lo que realmente significa ser humano.

Nota: 8/10