Autopista al infierno (1991)

“Autopista al infierno” es una propuesta cinematográfica audaz y perturbadora, un viaje descendente a un submundo visualmente impactante y conceptualmente ambicioso. El director, Juan Carlos Vidal, no rehúye la oscuridad, tanto literal como figurativa, y la película se erige como una meditación sobre el amor, la pérdida y las consecuencias de nuestros propios errores. No es una película para todos los públicos, pero para aquellos dispuestos a sumergirse en su atmósfera opresiva y sus imágenes inquietantes, ofrece una experiencia cinematográfica memorable.

La dirección de Vidal se destaca por su manejo de la paleta de colores, o la ausencia de ella en gran parte. La película se despliega en tonos grises y negros, intensificando la sensación de desesperación y aislamiento. El uso de la luz y la sombra es magistral, creando contrastes dramáticos que subrayan la fragilidad de los personajes y la crudeza del entorno. Las secuencias del Averno son particularmente impactantes, gracias a la fotografía y al diseño de producción, que evocan la mitología clásica pero con una estética moderna y brutal. La dirección de montaje es también muy efectiva, creando ritmos pausados que permiten al espectador absorber la atmósfera del lugar, intercalados con momentos de acción frenética y violencia que sacuden la experiencia.

Las actuaciones son sólidas. Elena Abadesi, como Lucía, ofrece una interpretación convincente como una mujer que, a pesar de su juventud, se enfrenta a un destino aterrador. Su lucidez y determinación son el ancla emocional de la película, y su evolución a lo largo de la trama es palpable. Por otro lado, Paula Bello como Poli-infierno, la antagonista, logra transmitir una ambivalencia inquietante, una figura a la vez atractiva y repulsiva. Su interpretación no se basa en la grandilocuencia, sino en una mirada gélida y calculada que justifica, aunque no excusa, sus actos. El resto del elenco secundario aporta su peso a la trama, con interpretaciones adecuadas a la naturaleza de sus personajes.

El guion, escrito por Vidal y Laura González, es donde reside la mayor complejidad y, a la vez, el punto más vulnerable de la película. La premisa de un viaje a las profundidades del infierno, basada en un relato original, es intrigante. Sin embargo, la ejecución de la mitología y las referencias al Hades son a veces un poco forzadas y carentes de la profundidad que podría haberle aportado. Algunas de las escenas, aunque visualmente impactantes, podrían haberse desarrollado con mayor sutileza. No obstante, la película logra explorar temas universales de manera efectiva, como la culpa, la redención y las consecuencias de nuestras acciones. El final, aunque abierto a la interpretación, es satisfactorio y deja una sensación de inquietud duradera.

En definitiva, “Autopista al infierno” es una película que, a pesar de sus fallos, vale la pena ver. Es una obra oscura y provocadora que desafía al espectador y le invita a reflexionar sobre la naturaleza del mal y la fragilidad de la existencia. No es un espectáculo fácil, pero sí una experiencia cinematográfica honesta y original.

Nota: 7/10