Babam (2017)

“Babam” (Mi Padre), dirigida por Erkan Kolçak Köstendil, no es una película que te entregue emociones desgarradoras en un único momento. Es una experiencia cinematográfica que se construye lentamente, como un muro construido con ladrillos de silencios, miradas cargadas y pequeñas acciones que, en conjunto, revelan la profunda tristeza y la resiliente esperanza que habitan el corazón de su protagonista. La película se centra en Deniz, interpretado con una intensidad palpable por Çetin Tekindor, un hombre devastado por la muerte de su esposa y la necesidad de cuidar a su hijo, Demir, que afronta una discapacidad física. No es una historia fácil de ver, ni pretende serlo, pero ofrece una mirada sorprendentemente honesta y, a veces, brutal, a la vida después del duelo y la búsqueda de un nuevo propósito.

La presencia de Elif (Melisa Şenolsun), la nueva empleada de la fábrica donde Deniz trabaja, se convierte en un catalizador para el cambio. Elif no es una heroína convencional, ni ofrece soluciones fáciles. Su intuición, su deseo de ayudar y su genuina empatía contrastan con la desorientación y la resistencia de Deniz. La relación entre ellos, un compás que explora las dificultades de la comunicación y la importancia del apoyo mutuo, es el núcleo emocional de la película. Elif no intenta reemplazar a la esposa de Deniz, sino que le ofrece un espacio para sanar y, quizás, para volver a encontrar un sentido de propósito.

La dirección de Köstendil es magistral en la construcción de la atmósfera. La película utiliza la luz y la sombra, el silencio y el sonido, para reflejar el estado emocional de los personajes. La fábrica, con sus repetitivas tareas y su ambiente opresivo, se convierte en un símbolo de la vida de Deniz, un ciclo sin salida que se ve alterado por la llegada de Elif. La fotografía de Murat Çevik es particularmente efectiva, utilizando colores apagados y tomas largas para capturar la melancolía y la soledad del protagonista. Sin embargo, la película no cae en la sentimentalidad gratuita; la fuerza reside en la sutileza de las interacciones y en la honestidad de las actuaciones.

Las interpretaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Çetin Tekindor ofrece una actuación increíblemente conmovedora, transmitiendo la desesperación, la rabia y la vulnerabilidad de Deniz con una intensidad y un control impresionantes. Melisa Şenolsun, por su parte, equilibra la sensibilidad con la fuerza, creando un personaje complejo y real. Berker Güven, como Demir, aporta una pureza y una inocencia que contrastan con el mundo adulto, ofreciendo una perspectiva única de la historia. La película, en definitiva, se construye sobre la base sólida de las actuaciones de sus tres protagonistas.

Aunque el ritmo puede resultar pausado para algunos espectadores, “Babam” es una película profundamente humana y conmovedora. No es una película que te deje con una sonrisa, sino que te invita a reflexionar sobre la fragilidad de la vida, la importancia de la familia y la búsqueda de esperanza. Es una película que perdura en la mente mucho después de que los créditos finales han comenzado a rodar. Sevillanas la propuesta, con una dirección cuidada y actuaciones excepcionales.

Nota: 8/10