Baby, eres... tú (1983)

“Baby, eres... tú” (Baby, You're a Treasure to Me) es una película que, en retrospectiva, se siente como un experimento cinematográfico más que una narrativa sólida. Dirigida con un cuidado estético innegable por Jay Sandrich, la película nos presenta una historia de amor improbable, ambientada en la atmósfera nostálgica de los años 50 y 60, donde la música de Sinatra se entrelaza con la melancolía de un romance fallido. El guion, adaptado de la novela de Robert Wade, se aferra a la idea central – la conexión genuina entre dos individuos aparentemente dispares – pero lo hace con una predecibilidad que, aunque no es inherentemente mala, la limita significativamente.

La dirección de Sandrich se distingue por su atención al detalle en la recreación de la época. La película está visualmente rica, utilizando la fotografía de David Watkin para capturar la luz dorada de Florida y el glamour de las ciudades estadounidenses de la época. La banda sonora, que domina la narrativa, no solo incluye los clásicos de Sinatra, sino que también incorpora canciones de los 50 que sirven para contextualizar la época y reforzar las emociones de los personajes. Sin embargo, esta obsesión con la música a veces eclipsa la historia, convirtiéndose en un elemento más de la ambientación que en un motor de la trama.

El punto fuerte de la película reside en las actuaciones de los protagonistas, Richard Gere y Diane Lane. Gere interpreta a Sheik con una vulnerabilidad sorprendente. Su personaje, un tipo sencillo y con un gusto musical peculiar, es interpretado con una mezcla de timidez y determinación. Lane, por su parte, ofrece una interpretación sutil pero efectiva de Jill, una joven que, aunque inicialmente rechazada, alberga una profunda admiración por Sheik. El conflicto interno de Jill, su ambición y sus deseos, son representados con una sensibilidad que permite al público conectar emocionalmente con su personaje. La química entre Gere y Lane es palpable, creando un romance creíble y conmovedor, a pesar de su aparente distancia social inicial.

A pesar de lo anterior, la película no logra superar su propia simplicidad. El guion, en ocasiones, carece de profundidad, y los diálogos pueden resultar un tanto artificiosos. La resolución de la historia, aunque dulce, es un poco demasiado idealizada y poco realista. La trama, centrada casi por completo en el romance entre los protagonistas, no explora en profundidad las motivaciones de los personajes ni las complejidades de sus vidas. La película se consume en un encuentro y un reencuentro, sin ofrecer una verdadera exploración de los dilemas emocionales y personales que enfrentan Jill y Sheik. Se podría haber aprovechado la separación temporal para construir un personaje más rico y complejo, pero la narrativa se mantiene en un plano relativamente superficial. Aunque visualmente atractiva y con excelentes actuaciones, "Baby, eres... tú" es, en última instancia, una película con un potencial no completamente realizado.

Nota: 6/10