Baby, tú vales mucho (1987)

“Baby, tú vales mucho” (You’ve Got Mail) es una película de Richard Curtis que, a pesar de su relativa antigüedad, sigue resonando con una ternura y un encanto atemporales. La película, a primera vista, podría parecer un mero melodrama romántico ambientado en la Nueva York de los años 90, pero en realidad es mucho más que eso: es una meditación sobre el valor de la conexión humana, la importancia de detenerse a apreciar el presente y el impacto de nuestras expectativas en nuestras relaciones.

El director Richard Curtis, conocido por su maestría en el romance británico, construye una narrativa elegante y delicada. No hay explosiones de pasión desenfrenada ni clichés románticos baratos. La película se centra en la sutileza, en los pequeños gestos, en las miradas fugaces que hablan más que mil palabras. Curtis mantiene un ritmo pausado, permitiendo al espectador sumergirse en la vida de Kathleen (Diane Keaton) y Joe (Tom Hanks), construyendo una atmósfera de calidez y familiaridad. La fotografía, cálida y luminosa, acentúa esa sensación de bienestar y optimismo que impregna la película. La dirección artística, por su parte, es impecable, recreando con detalle la Nueva York de principios de los 90, con su elegancia y su cierto aire de nostalgia.

La actuación de Diane Keaton es, sin duda, el corazón de la película. Ella interpreta a Kathleen con una autenticidad y una vulnerabilidad conmovedoras. Keaton logra transmitir la sensación de una mujer que, a pesar de su éxito profesional, anhela algo más en su vida. Su transformación a lo largo de la historia, desde la ejecutiva fría y calculadora hasta la mujer que se abre a la posibilidad de amar, es magistral. Tom Hanks, como Joe Fox, ofrece un counterpoint perfecto, aportando una calma y una amabilidad que contrasta con la eficiencia y el pragmatismo de Kathleen. Su química con Keaton es palpable, creando una relación creíble y entrañable. El resto del reparto, con intérpretes como Meg Ryan y Parker Posey, está a la altura, contribuyendo a enriquecer la dinámica general de la película.

Sin embargo, el guion, aunque inteligente y bien construido, exhibe algunas debilidades. La trama se siente, en ocasiones, un tanto predecible, siguiendo un patrón romántico bastante convencional. Además, la caracterización de algunos personajes secundarios podría haber sido más desarrollada. No obstante, la fuerza de la historia reside en su mensaje fundamental: la autenticidad es más importante que el éxito y que, a veces, lo que necesitamos no es lo que esperamos. La película no pretende revolucionar el género romántico, sino ofrecer una visión optimista y realista de las relaciones humanas, celebrando la belleza de la conexión y el valor de un simple "te quiero". La historia de cómo dos personas que se encuentran a través de una correspondencia anónima es un mecanismo ingenioso para explorar temas de soledad, conexión y la búsqueda de la felicidad.

Nota: 7.5/10